<i>
Sus pies persisten en el andar.
Un pie en frente del otro.
Solitaria noche.
Ciudad que no requiere ser
nombrada.
La localidad tiene un McDonald’s,
un Wal-Mart, varios parques municipales. Alcantarillado; redes de aguas claras,
recolectores de basura. Cafeterías. Unos colegios, tiendas de café, e incluso
algunos poetas. La ciudad cuenta con mujeres obesas que sudan cuando en las
calles hace calor, tiene, además, hombres que piensan que la economía no vale
lo que su corte de cabello, y tiene gatos que defecan en cajas de arena y sus
patas, no conocen lo que es la hierba.
Aquí es cuando nombramos a
Nosferatu, el que camina con insistencia y perseverancia.
Nosferatu
lleva puesto un elegante traje negro y un sombrero de hongo.
Nosferatu detiene su andar.
Se queda quieto.
Levanta la mirada y ve hacia
la luna.
La luz brilla.
Se concentra en el fulgor.
Agarra un haz de luz.
El destello alcanzado ocupa su
mano.
Lo acerca a la cara, abre la
mano.
El haz de luz se mantiene acorralado
en su mano arremolinándose en un círculo concéntrico.
Lo domina, se lo come y
sonríe.
Se complace.
Un hombre pasa y se le queda
mirando.
Nosferatu lo mira de vuelta y
le dice: "¿Alguna vez has probado un haz de luz lunar?"
El hombre responde con una
pregunta: "¿Tiene algo que ver con el sabor del chocho?"
"Sí, mucho, pero sin
tanto cacareo."
El hombre se ríe y se aleja.
Nosferatu mira hacia abajo, a
sus pies.
Y dice: "Tienen que
caminar, ¿se acuerdan de cómo se hace? Lo hemos hecho como patos, como atletas,
como dioses, ¿cómo vamos a caminar esta noche? "
Nosferatu se inclina y toca
sus pies y dice: "Tienen que caminar esta noche. No podemos quedarnos aquí
para siempre. Tenemos que ir a algún lado y sentarnos y escuchar al aire
acondicionado y a los aparatos que ocupan las habitaciones o la luz del sol nos
va a matar, a ustedes y a mí. ¿Están escuchando?, debemos caminar. Vamos. Un
pie en frente del otro."
Nosferatu golpea a sus pies y prosigue
con su andar.
<ii>
Nosferatu entra en un
restaurante que abre las 24 horas.
Mira a su alrededor y hace un
escaneo general al lugar.
Hay una joven pareja peleando
en una esquina. El tema de la pelea es el problema con la bebida, no el de él,
sino el de ella.
Hay jóvenes de otras razas en
una mesa hablando sobre ligar.
Hay árabes viejos conversando
en su lengua materna acerca de los problemas domésticos.
Hay chicas borrachas mostrando
entre ellas imágenes de sus teléfonos celulares.
Nosferatu encuentra a Ako.
Ako está vestido con un suéter
y unos pantalones vaqueros azules.
Ako le hace señas a Nosferatu.
Todas las noches Ako se sienta
en el restaurante, toma café y mantiene la mirada fija en la ventana del local,
algunas noches hace que lee un libro, pero la mayoría de las veces se mantiene
con la mirada fija en la ventana del local y se distrae haciendo insinuaciones
sexuales a las camareras, no le importa si no están buenas.
Nosferatu se sienta enfrente
de Ako.
No se miran, nunca lo han
hecho.
Pasan los primeros veinte
minutos. Nada. No hablan.
Ako dice: "Está bueno el
café".
"Siempre es lo mismo".
"Estaba pensando en
comprar una bicicleta en Wal-Mart para luego lanzarme en contra de una pared.
Sólo para ver si puedo hacer doblar la rueda delantera".
"Una vez, cuando estaba
en Roma, entré a unos vestidores, y le chupé la sangre a unos veinte hombres,
sólo porque estaba aburrido."
"Fue divertido".
<iii>
Nosferatu le dice a Ako,
"Esto fue en España, en el año 1232. Montaba en un caballo. Hacía saltos y
otras maromas estúpidas. Está esta chica bonita, de nombre Marisol. Tenía el
cabello largo, tupido y negro y un cuerpo vibrante. Ella me miraba mientras yo hacía
lo mío, cuando me acerqué a saludar, ella me dijo: 'Usted sí que sabe lo que es
montar a caballo.' Entonces le respondí: 'Gracias.' Y me gusta también recibir
cumplidos ".
Ako responde: "Sí, es
verdad, los cumplidos. Los cumplidos caen bien".
<iv>
Nosferatu y Ako. Silencio.
Pasan las horas.
Una mujer de color, en la edad
de los treintas, se acerca a la Key Master.
Ako rompe el silencio:
"quiere un peluche".
Nosferatu agrega: "mucho".
La mujer mueve la garra
metálica sobre los diferentes premios de la máquina.
Suda. Está nerviosa.
Deja caer la garra.
No consigue nada.
Ako dice: "maldita sea".
Ella coloca más dinero.
Está determinada.
Intenta con un oso de peluche rosa.
Golpea la cabeza del oso, lo
dirige hacia el agujero. Pero no cae.
Nosferatu dice: "la
próxima vez".
Pone más dinero.
Consigue la atención de los
demás.
Hasta los árabes están atentos.
Ella decide dirigir la garra
hacia abajo. Con fuerza, golpea al oso en contra del agujero.
Lo tiene posicionado.
La garra golpea al oso de
nuevo.
El oso cae en el agujero. Es
libre.
La mujer consigue su peluche.
Sonríe.
Los árabes también.
<v>
Nosferatu camina por la calle.
Se siente bien.
Se detiene a mirar un cubo de
basura. Se da cuenta que la basura nunca podrá ser su amiga y tampoco lo podrá
ayudar. Con este pensamiento se aleja.
No hay nadie en la calle.
Nosferatu oye pasos que se
arrastran detrás de él. Piensa: "Alguien quiere ser sigiloso".
Nosferatu se da vuelta, rápido.
Allí está. Es una persona de
tamaño promedio, con una lanza de madera en la mano.
El hombre dice: "He
venido por usted, Nosferatu. Usted, quien ha vivido miles de años. Le llegó su
hora ¡Deberá morir!"
"Lo has conseguido”, dijo
Nosferatu: “me muero… pero de miedo".
"Voy a matarte”, dijo el
otro: “¡soy un experto cazador de vampiros!"
"Está arruinando mi noche,
caballero".
"No estoy de juegos. Pronto
estará muerto".
"Me siento solo, ¿quiere jugar
conmigo?”
"No, no vine a jugar; ni
tampoco vine a ser su amigo. He hecho un juramento, el de acabar con los de su
especie”.
"Qué racista".
"No soy ningún racista".
"Sí, sí que lo es”,
replicó Nosferatu: “usted dice querer matar vampiros sólo porque son vampiros,
eso se llama racismo, caballero".
"No, no lo es. Ustedes
son unos monstruos asesinos sedientos de sangre".
"Estereotipos".
"Escuche, no me haga
perder la poca paciencia que me queda. Soy mejor que usted, soy humano".
"Me importan muy poco su
paciencia y su modo de pensar".
"Debiera".
"Debiera, ¿qué?"
"Importarle mi modo de pensar".
"¿Por qué me debería
importar? Los racistas me tienen sin cuidado".
"Escuche, vampiro de mierrrrrrda,
¡sus segundos están contados!"
"Mis segundos son sus
años, caballero".
"¿Qué mierrrrrrda tiene
en la cabeza, señor? ¡Tome esto con seriedad!"
"Ño".
Nosferatu saca una pistola y le
dispara en el vientre.
El hombre cae.
Entonces comienza a putear
"Me disparó, vampiro de mierrrrrrda, debería haberle matado cuando pude. ¡Esto
no puede ser! ¡Fue injusto! ¡Utilizó un arma! ¡Se supone que los vampiros
utilizan sus poderes, no un arma de fuego! ¿Qué mierda tiene en la cabeza?"
Nosferatu mira al hombre y
luego le toca con la punta del pie en el vientre, donde tenía la herida de bala
y dice: "Pronto estará muerto. Sin embargo, su cuerpo permanecerá aquí en
la acera. Alguien va a llegar y lo va a encontrar ahí, yaciendo, y luego, ésta otra
persona comenzará a llamar a todos sus amigos".
Nosferatu se aleja.
<vi>
Nosferatu se dirige a un
imponente edificio de oficinas.
El edificio tiene cuarenta
pisos.
El estilo es High-Tech y su
fachada dice: "Tenemos dinero".
Nosferatu entra al edificio.
Un guardia asiente con la
cabeza y le dice: "Hola".
Nosferatu lo mira. Siente pena
por él. Le da un billete de veinte dólares.
El guardia dice: "Gracias".
Nosferatu no le responde.
Entra en el ascensor y sube.
Piensa: "Todo esto está
mal".
Nosferatu sale del ascensor.
Oye algunas voces. En realidad, muchas. Nada de lo que dicen, le interesa. Sabe
que nada de lo que hablan tiene importancia para él.
Ve un salón. Se dirige hacia él.
Entra.
Hay servido un buffet. El
buffet tiene carnes de diferentes cortes.
Hay copas con sangre, sangre
de la buena.
La habitación está llena de
vampiros, vampiros vestidos con elegancia.
Un vampiro de nombre Leo,
grita: "¡Muy bien, ahora podemos empezar!"
Entran a otro salón, el cual
tiene una mesa y sillas apoyadas en contra de las paredes.
Una de las sillas está en el
centro del salón.
Los diez mejores vampiros, los
privilegiados, se sientan alrededor de la mesa. El resto de los vampiros, unos vampiros
jóvenes, en espera de la muerte de aquellos, para sustituirles en sus puestos,
se sientan en las sillas apoyadas en las paredes.
Invitan a Nosferatu a sentarse
en la silla dispuesta en el centro del salón. Es una silla plegable de acero
cromado.
Nosferatu piensa: "llegó la
hora".
Todos están sentados y en
silencio.
Nosferatu hace lo suyo en la
silla plegable de metal y mira de reojo a los privilegiados.
Leo, quien lleva algún tiempo
dirigiendo los eventos como éste, comienza a hablar. Se dirige principalmente a
Nosferatu: "Nasir está muerto. Se suicidó hace tres días. Salió a encontrarse
con la luz del sol y se dejó morir".
Nosferatu mira de reojo.
Leo continúa, "Nasir era
el rey vampiro. Él era el vampiro más antiguo, después le seguía usted. Todos
los anteriores han muerto, o bien por cazadores de vampiros, o bien porque se
han quitado la vida, como Nasir. Nasir, como todos ahora recordamos, fue un
gran líder. Él siempre procuró la unión, y mantenernos fuertes. Usted, en
cambio, está de su cuenta. Razón por lo cual, estamos aquí reunidos. Lo usual,
hubiese sido, haber convocado una ceremonia para anunciar al nuevo rey vampiro.
Pero en vez de ello, resolvimos hacer esta excepción, ya que tratamos de alguien
como usted. Queremos informarle que teniendo como evidencia su errático
comportamiento, llegamos a la conclusión, que no le interesa ser el siguiente
rey vampiro”.
Nosferatu le mira y dice:
"¿Por qué todo el mundo me juzga?"
Leo con un tono exasperado en
la voz dice: "Porque se lo merece. Usted ha permanecido incólume por años.
Desde la caída del Imperio Romano, usted no ha hecho otra cosa sino en pensar
en usted. Es como si hubiera estado deprimido por más de 1500 años”.
"Me gustaba salir a
pasear con el uniforme puesto.", dice Nosferatu.
Todos en el salón parecieron
consternados con la sentencia que acabaron de escuchar.
Leo se cuestiona, en silencio,
si la persona con quien está tratando es el posible futuro rey vampiro o un
simple loco de remate. Pero a veces los locos de remate han llegado al poder y entonces,
se debe saberse tratar con ellos.
Leo continúa con voz tranquila:
"Eras el consentido de Nasir, quien te protegió por muchos años. Pero ya
Nasir no está. Los mitos en torno a usted se han hecho cada vez más grandes, usted
era una leyenda. Pero esa historia se ha ido desvaneciendo. Nuestros cronistas
creen que usted podría haber sido Osiris, Remus, Aristóteles; inclusive se
habla que usted puedo haber sido no sólo uno, sino varios de los césares de
Roma. ¿Hay algo de cierto en eso?"
"Mi nombre es
Nosferatu".
Después de aquella respuesta, muchas
de las personas miraron al suelo.
Leo continúa: "¿No piensa
responder a mi pregunta? Una vez fue un gran hombre, un hombre de gran poder,
pero ahora usted… usted está siendo patético".
"Aquí estoy, aquí me tienes.
Esto es lo que soy, estoy sentado. Ningún poder. Ninguna grandeza. Sólo soy esto,
un hombre sentado; eso es todo".
"Queremos saber, ¿cuáles eran
los alcances de sus poderes? ¿Qué tan fuertes eran?"
Nosferatu se quita los
zapatos.
Los que están en el salón se
quedan mirando, esperando a que algo suceda.
Nosferatu se quita los
calcetines.
Todos observan.
Entonces Nosferatu menea los
dedos de sus pies y dice: "Soy así de fuerte".
Leo le dice a la audiencia:
"Les dije que esto era inútil ¡Está loco! Pero tenemos que hacer esto; lo
sé", Leo mira ahora a Nosferatu y le pregunta: "¿Eras el vampiro
originario, cómo te contagiaste del virus; dinos?"
Nosferatu, descalzo,
entrecierra los ojos y responde: "En 493 A.C. Estaba sentado al lado de un
arroyo en Grecia con mis pies descalzos metidos en la fría agua. Puse mis manos
ahuecadas hacia abajo y recogí un poco de ella y me la bebí. Miré a mi
alrededor y tuve una sensación muy agradable. Una joven de dieciséis años de
edad, estaba sentada a mi lado. Su rostro era suave y su cabello castaño oscuro
le caía hasta la cintura. Ella era toda alegría. Murió al poco tiempo. Hace
2300 años de eso”.
Leo después de tomar una
respiración profunda, dice, "Una última pregunta, Nosferatu, ¿quieres ser
el siguiente rey vampiro?"
Nosferatu se levanta y dice:
"Yo siempre lo he sido", y sale de la habitación.
<vii>
En un motel pequeño, Nosferatu
se sienta en una silla junto a una mesa. Fuma cigarrillos. Parece serio.
Dos mujeres están en la cama.
Una de ellas tiene treinta
años. Bonita, de carácter fuerte, con estrías en el cuerpo producto de varios
embarazos fallidos, está desnuda y lleva puesto en la cintura un consolador con
arnés. Está fumando también.
La otra, es una joven de
dieciocho años. Es linda y compacta. Tiene las cejas oscuras, Nosferatu la
eligió entre varias por su aspecto árabe.
Hablan entre ellas.
Sobre sus hombres, y sobre sus
otros hombres, y a veces, sobre el precio de la gasolina.
Nosferatu no habla.
La televisión está encendida.
Transmiten un programa sobre las prisiones.
Las mujeres recién terminaron
de tener sexo en frente de Nosferatu. Nosferatu no se les unió, ni siquiera
tuvo la intención de masturbarse.
Nosferatu le entrega a cada
una un billete de cien dólares.
Dejan de hablar.
Le miran.
Él mira a la pared.
Nosferatu les dice: "Eso
es para que me dejen hablar. No quiero ser interrumpido. Me gustaría dar un
breve discurso".
La mayor de las dos mujeres
dice, "Muy bien; comprendido".
"Solía ser mortal. Me
gustaba el sexo. Solía agarrar un buen pedazo de culo y darle duro, duro, duro.
Le daba y miraba, y eso me hacía sentir bien. Estaba bien. Era normal. Pero ya
no me siento así. Ya no puedo con esto, (Nosferatu señala a su entrepierna) ya
no puedo agarrar un buen culo con estas manos, (Nosferatu levanta sus manos).
He vivido mucho tiempo, no pregunten cuánto. Soy capaz de conseguir lo que
quiera, y lo obtengo. Pero no puedo cambiar este cuerpo. Siempre he mirado de
esta manera. Esta es mi cara, (Nosferatu señala su cara). Estos son mis brazos
y mis piernas y mi vientre. Mis bolas nunca han cambiado. Solía andar de
uniforme; he jugado a ser muchas personas. He hecho puentes, he matado a
muchos, he tenido diferentes hábitos que reflejan diferentes tipos de
personalidades, he permanecido en la cima de las montañas, he meado junto a los
camellos en el desierto, he pasado por muchos nombres. Pero siempre he tenido
el mismo cuerpo. Puede que ya no pueda tener sexo con este cuerpo. Darle a los coños
de las mujeres o al orto de los hombres. Ya no me causan ningún entusiasmo, eso
no me genera una sensación progresiva de satisfacción. Creo que si tuviera un
cuerpo diferente podría ser capaz de tener sexo de nuevo. Pero no puedo. No
puedo cambiar de cuerpos. Estoy condenado a este cuerpo. Puedo fingir que soy
un dios, un campesino, un borracho, incluso puedo fingir que soy un perro. Pero
no puedo cambiar el hecho de que cuando los demás me ven, vean esta cara, vean
estos brazos. No saben nada de mí, así que puedo convencerlos de lo que sea.
Podría decirles que soy un abogado y ustedes lo podrían creer, ustedes le
podrían decir a sus amigos que trabajaron para un abogado esta noche. Podría
decirles que soy un contador, que conduzco un camión propio y que yo soy un
camionero orgulloso; podría decirles que soy un ciclista profesional, podría
pretender ser una persona alegre, un buscavidas, o una pequeña sabandija triste
y solitaria, o un hombre determinado con ansias de aventuras y buscador de
riesgo. Podría fumar y ser un fumador y no fumar y ser un no fumador. Pero no
importa cómo me comporte, ustedes seguirán viendo mi cabello castaño, los
varios lunares pequeños en mi cara, mi piel blanca y los ojos verdes. Eso era
todo. Gracias, he terminado".
Las mujeres lo miraron por un largo
rato y … continuaron con su conversación, como si nada las hubieran
interrumpido.
<viii>
Pasadas algunas noches,
Nosferatu entra en el restaurante y se sienta con Ako.
Los árabes y la señora de la
máquina de peluches están ahí.
Nosferatu ordena una taza de
café, un bistec término medio y unas croquetas de patatas.
Mientras Nosferatu pone salsa
de tomate en sus patatas Ako dice, "Nosferatu, sigues en las mismas".
Nosferatu permanece
indiferente; continúa con lo que está haciendo, un poco más de salsa en sus
croquetas de patatas.
Ako continúa, "Leo vino a
hablar conmigo el otro día y me dijo que mantenía su plan en contra de ti".
Nosferatu empieza a comer y
dice: "Que buenas están estas croquetas, ¡coño!".
Ako dice: "Leo quiere el
poder y también necesita saber cómo te infectaste con el virus. Creen que si
pueden averiguar cómo fue, pueden ser capaces de crear una pastilla o algo
parecido, que les permita andar libre durante el día. Luego continuó con las
posibilidades científicas de esta nueva era. Nos, en serio, ¿puedes caminar
durante el día?"
"¿Alguna vez me has visto
caminar durante el día?"
"No, porque nunca estoy
por ahí durante el día."
"Es verdad".
"¿Así que puedes?"
"Puedo hacer muchas cosas".
"Nos, sabes que soy tu
amigo. Puedes confiar en mi".
"Una vez Ako, dijo
Nosferatu, me sentía solo. Solo y aburrido. Era mediado del XVIII. Estaba en
América bebiendo en un bar. Y pensé que era el momento justo para intentar un
experimento nuevo. Ya sabes, me gusta experimentar, sobre todo con los seres
humanos. Ellos, como nosotros, tienen potencialidades. No me refiero a,
conseguir un buen trabajo, sino a algo más. Escogí a uno, era un mentiroso
patológico. La mayoría de los mentirosos patológicos carecen de confianza, pero
en cambio, estaba buscando uno que tuviera confianza, alguien quien pudiera
tener el don de la convicción. Al final, encontré uno. Estaba loco. También estaba
triste. Una de las criaturas más tristes que he conocido jamás. Estaba tan
triste que ni siquiera él lo sabía. Estaba, además, convencido en haber encontrado
la ideología perfecta para la vida, para aferrarse a ella. Sin saber que las
ideologías provienen de fuera del cuerpo. Hice pequeñas placas de oro e inscribí
en ellas antiguos pensamientos. Luego se las mostré, para comentarles acerca de
la procedencia de aquellos pensamientos, inscritos en las placas. Luego traduje
las ideas para contarles aún más mierda, quería llenarles la cabeza de mierda. Eran
ideas mucho más desequilibradas que, por ejemplo, considerar que los vampiros somos
causados por un virus. Y él, se las creía. Bueno, él creía que yo creía que él
creía. Pero sabía que una buena historia contada con cierta confianza a
personas con problemas de soledad, haría que también ellas se la
creyeran".
"¿Estás diciendo que eres
el ángel Moroni, el que visitó a Joseph Smith?"
"Estaba muy
aburrido."
Ako dice: "Nos, tienes
que escucharme: ¡Leo quiere el poder!
Y tú no lo quieres. Sólo debes dejar que los acontecimientos sigan su
rumbo".
"Lo que pasa es que todos
tienen el pipicito chiquitito."
Desalentado, Ako dice:
"Entonces, ¿por qué no permites que Leo sea el líder?"
"Ninguno de ellos
entiende el arte de ser un vampiro. Somos un pueblo que puede vivir para
siempre y que no se enferma. Ni siquiera necesitamos comer. Pero lo único que
quieren hacer es estar ahí, sentados, por el simple hecho de ser vampiros, sin
hacer más nada, eso para mí es la definición exacta de apatía".
"Me temo que Leo puede
tratar de hacerte daño. Está arrastrando a muchos en contra de ti".
"¿Entonces es el
líder?"
"Supongo".
"Yo no quiero ser el
líder de ellos. Si no puedes ser el líder de tu vida, entonces que no me busquen
para que sea de la tuya".
Nosferatu termina su bistec término
medio, se levanta de su asiento y dice: "Diles que si intentar matarme les
dará sentido a sus vidas, que sean bienvenidos".
<ix>
Nosferatu conduce por una
senda abandonada en medio de un bosque de Pennsylvania. Busca el paradero de
Alexis, su antiguo guardaespaldas.
Nosferatu contrató a Alexis en
272 A.C.
Viajaba a través de Turquía y
escuchó la historia de una mujer de veinte años de edad, cuya familia había
sido atacada por unos bandidos. Los bandidos habían matado a su familia en
frente de ella. Ella escapó llevando una espada, un arco y una flecha. Vivió en
el bosque durante varias semanas, sustentándose nada más que con la corteza de
los árboles y el agua estancada de los charcos. Encontró a los bandidos
comiendo juntos, una noche, al lado de una fogata. Eran siete en total.
Disparó cinco flechas en menos
de diez segundos y acertó al corazón, en las cinco ocasiones.
Quedaban dos a la izquierda.
Corrieron hacia la oscuridad para
hacerle frente.
Les cortó las cabezas.
Entró al pueblo cubierta de
sangre.
No estaba llorando y nadie la
vio llorar después.
Nosferatu escuchó esto: sabía que,
si un simple humano podría infligir ese tipo de violencia, contrayendo el virus
del vampiro, haría que ésta fuera aún más fuerte. El virus proporciona unas veinte
veces más la fuerza normal del ser humano y la coordinación entre ojo y mano la
incrementa en diez.
Nosferatu la encontró sentada
en un tocón de un árbol al lado de la casa donde vivió su familia.
Fue a su lado, sonrió, y le
chupó delicadamente el cuello con educación.
Cuando despertó al día
siguiente, convertida en vampiro, le dijo que a partir de ahora él era su
familia. Ella dijo: "Gracias." Así fue que la contrató como su
guardaespaldas.
Alexis ahora vive en una
cabaña en los bosques de Pennsylvania. Tiene muchos años viviendo allí, sola.
Ella es analfabeta y sufre de problemas emocionales.
Nosferatu llama a la puerta.
La puerta se abre y allí está
Alexis.
Lo abraza y dice: "Nos, sé
que me necesitas”.
"Sí".
Ella lo suelta y caminan hacia
el interior de la cabaña.
Un fuego se enciende. Las astas
de un ciervo y una cabeza de alce gigante en medio de las astas, cuelgan en la
pared.
Nosferatu se sienta en un
viejo sofá.
Alexis le ofrece una taza de
café a Nosferatu, porque sabe que le gusta.
Alexis dice: "Hice cinco
mil flexiones en la mañana".
"Bien".
“Nunca he dejado de entrenar".
"Sé que estás hecha para
ser un guardaespaldas".
"A veces extraño usar un uniforme".
Alexis le entrega otra taza de
café y dice: "Vamos a usarlos de nuevo, Nosferatu".
"Vamos a hacerlo".
"Sígueme".
Nosferatu sigue a Alexis hacia
la oscuridad del exterior de la vivienda.
Nosferatu dice: "Huele
maravilloso aquí, el viento es suave, y no se oye un sonido desagradable".
Ella sonríe y le dice al
bosque: "Ven a conocer a mis amigos".
Pasa como un tiempo, corto,
como de un minuto y nada.
Luego varios ciervos salen de
la oscuridad y caminan hacia ella.
Ella acaricia a los ciervos y
les dice: "Ustedes son mis amigos ¿verdad? Me gustas", dice a
Nosferatu, "Estos son mis amigos. Había estado sola hasta que los encontré”.
"Alexis, te
necesito".
"No habían solicitado mis
servicios desde la Segunda Guerra Mundial", dijo ella.
"Tienes que
protegerme".
Ella coloca su cara cerca de
la cara de los ciervos y los ciervos le lamen la cara. A continuación, se
invierte la situación, ella comienza a lamerles la cara a los ciervos.
<x>
Varios días después.
Alexis y Nosferatu se sientan
en troncos al lado de una fogata.
Un auto se detiene. Es mitad
de la noche.
Nosferatu le dice a Alexis:
“Es Leo. Ha venido a importunarme”.
“¿Debo estar armada?”
“No”.
Leo se acerca al fuego.
Mira a los dos.
El fuego los ilumina.
Leo: “¿Puedo sentarme?”
Nosferatu señala a uno de los
troncos.
Leo se sienta y dice: “No puedes
seguir evadiendo tus responsabilidades, Nosferatu”.
“Te gusta todo esto, ¿no?”
“¿Como así?”
“Meter el dedo en la llaga”.
“El hecho es que no
tiene que ver conmigo. Es lo que se debe hacer. Alguien tiene que
ser el rey de los vampiros. Y usted no está dispuesto a hacerse cargo del
puesto. Pero usted, y sólo usted, tiene el poder de transferir la
responsabilidad a otra persona, por su lugar dentro de la comunidad”.
“Usted no se ha permitido la
gentileza para con Alexis de mencionar lo bonito que es aquí”.
“Vengo en plan de negocios,
señor”.
“¿Alguna vez se ha permitido
apreciar la gracia del viento en la naturaleza, querido colega?”
“Si no hay un Dios, ¿por qué
me debo permitir alguna gracia, señor?”
“Los políticos nunca lo
hacen.”
“¿Los políticos nunca qué?”
“Se permiten emocionarse”.
“Yo sí lo hago”.
“Alexis siente”, dice
Nosferatu.
Leo mira a Alexis y ella hace
así: “Grrrrrrr”. A Leo no le gusta el gesto.
Leo dice: “Yo no vine a hablar
de la naturaleza”.
“No, estás aquí para hablar de
mí. Lo que convierte todo esto en algo muy tedioso”.
“¿Por qué eres tan
complicado?”
“¿Por qué eres tan simple?”
Leo suspira y dice: “¿No me estás
dejando otra alternativa que ordenar tu ejecución?”
“Entonces sí tiene que ver
contigo”.
“¿Crees que todo esto es una
broma? Acá estamos hablando de miles de años de historia y de tradición que
respaldan mi comportamiento. Miles de años y te estás riendo de ello. No eres
lo que pensábamos”.
“Espera, no lo había pensado
sino hasta ahora, pero creo que sí podría haber un chiste en todo esto”.
Leo se levanta y dice: “El
chiste podría ser tu muerte,” y se aleja.
Leo camina de regreso a su
auto y se va.
Nosferatu le dice a Alexis:
“Qué idiota”.
Alexis ríe como una niña.
<xi>
Nosferatu y Alexis entran en
una sala de reuniones.
Es el edificio de la Reserva
Federal en Washington DC.
Se sientan en una mesa
ovalada.
Alexis se entretiene con un
juguete de guerra.
Esperan unos diez minutos.
Ben Bernanke, entra y se
sienta en la mesa también.
Bernanke sonríe, luego, se
pone serio. Mira a Alexis, quien continúa jugando con el juguete, impertérrita.
Cambia la mirada.
Alexis le dice a Bernanke,
“Nosferatu me llevó a ver anoche su película más reciente en torno a la guerra,
era increíblemente violenta.”
Bernanke responde: “Yo también
la vi, no me pareció tan violenta”.
Nosferatu dice: “Ella es
Alexis, mi guardaespaldas”.
Bernanke dice, “¿Debería estar
ella acá?”
“A ella le tiene sin cuidado
lo que tengamos que conversar”.
A Bernanke no le convence
mucho, pero igual asienta y dice: “Está bien”.
“Vayamos al grano”, dice
Nosferatu.
Bernanke dice con voz
preocupada, “Las cosas están mal. Parece que todo va a colapsar. Sabemos que
usted ha experimentado personalmente sucesos parecidos y tal vez sabrá qué
hacer”.
“Es cierto, sé qué hacer”.
“Bueno, qué hacer”.
“Usted debe someterse a la
idea”.
“No, estoy hablando de
alternativas: combustibles, fútbol, bienes raíces, bolsas de valores. ¿De qué
estás hablando tú?”
“Ben, al principio, cuando el
hombre comenzó a labrar la tierra y comenzaron la construcción de los pequeños
reinados (en África y en las Américas), esas pequeñas civilizaciones carecían
de dinero. Las personas inventaban objetos de importancia para la vida. Algunas
personas cultivaban esto, otras personas cultivaban lo otro, algunas otras
personas domesticaban este animal, otras este otro animal. Algunos se dedicaban
a hacer zapatos, algunos otros hacían pantalones, etc. Había nichos en la
economía. Se podía ir y negociar el cultivo que tuvieras, el animal domesticado
o el textil producido en el mercado. El joven se hacía soldado y protegía a las
personas de su reinado. Después de terminar de ser jóvenes, irían a las granjas
o a convertirse en zapateros. Tenía sentido. Funcionó a menos que hubiera
hambre o la peste, etc. Luego, en algunas zonas hubo muy buena tierra y
conexión con el océano que les permitió navegar alrededor del mundo para
recolectar bienes. Las poblaciones crecieron y la gente comenzó a construir
objetos inútiles. Las personas que requerían estos objetos inútiles o guerras
inútiles, en donde luchar, no tenían nada para cambiar en el mercado, por lo
tanto, se convirtieron en consumidores. Ésta nueva clase, los consumidores,
iniciaron el despejellamiento de la población activa, es decir, aquellos
originarios constructores de objetos útiles. Así que, estos consumidores, como
no tenían nada que ofrecer en el mercado, para continuar adquiriendo sus
objetos inútiles, se inventaron el dinero, símbolo del trabajo. El dinero
proviene de la construcción de objetos inútiles, creado por personas que no
aportaban a la sociedad, con el propósito de suministrarlo a aquellos quienes
tenían la necesidad de seguir construyendo objetos inútiles para los primeros”.
“Qué es eso a lo que usted más
le teme, es eso que pueda destruir al dinero. Si colapsa la idea de ese eso,
entonces, los empleos innecesarios desaparecerán. Todo el mundo, de repente, se
convertirá en un ser útil y de utilidad para los demás. Si todo el mundo
hiciera los objetos que son necesarios, para la sobrevivencia de los unos con
los otros, cada uno haciendo lo que debe hacer, para mantener a la comunidad
activa, entonces la inutilidad desaparecerá y con ella el dinero. Después de la
caída de Roma, Europa no tenía dinero. Las plagas habían reducido a todos a un
estado de utilidad absoluto”.
“Si la principal preocupación
de la gente es el agua y los alimentos, entonces el dinero pierde su utilidad.
Agua y alimentos se convierten en el dinero. El dinero lo es todo. Pero si no
puedes garantizar que un gran sector de la economía dependa de hacer trabajos
inútiles, el dinero no significará nada para ellos”.
Bernanke concentra la mirada
en sus manos durante unos segundos. Luego levanta la mirada y dice: “Pero, ¿qué
se supone que debo decirle a la gente?”
“Dígales que amen de nuevo.
Dígales que se sometan al sufrimiento profundo. Dígales que las pasiones
fuertes les ayudarán a dar un nuevo sentido a sus vidas”.
“No puedo decirles eso. Eso
implicaría perder ligeramente el poder. El punto en esta reunión es que me
digas cómo retener el poder, no cómo dejarlo perder”.
“Ben, disculpa que te lo diga,
pero no eres tan poderoso como crees ser”.
“Yo soy el jefe de la Reserva
Federal de los Estados Unidos de América”.
“Ben, ¿puedes ir y comprar un
Ford Tempo del 92 que tenga un pobre silenciador y conducir por las calles de
Washington?”
“No, por supuesto. Yo soy el
jefe de la Reserva Federal”.
“Así que hay algo que su poder
no le permite hacer”.
Bernanke se burla de
Nosferatu.
Nosferatu dice: “El poder que
cree tener se reduce a ser el jefe de la Reserva Federal. Usted ha hecho más
dinero de lo que se supone debería haber hecho en otras circunstancias y en el
contexto de la sociedad actual. Usted concedió crédito para construir máquinas
que hacen el trabajo de veinte hombres. Sin embargo, una máquina no puede
participar en la economía. El problema es que usted vive en una nave espacial”.
Bernanke dice: “Esto es
inútil.”
“Tiene razón”.
Nosferatu y Alexis se
levantan, le estrechan la mano a Bernanke. Nosferatu le desea suerte a Bernanke
y se retiran de la sala.
<xii>
De vuelta a la ciudad sin
nombre. Nosferatu y Alexis se encuentran en la cocina de la casa de Nosferatu.
Es una cocina modesta. Con un
estilo de los años cincuenta.
Es una cálida noche de
primavera y Nosferatu ha abierto las puertas para dejar entrar al aire fresco.
Alexis se sienta en una silla,
está magnífica.
Nosferatu se acerca al equipo
de sonido y aprisiona el botón de reproducir en el disco compacto y dice: “Alexis,
mi linda, tienes cincuenta años metida en esa pequeña cabaña, te has perdido de
mucho. Pero, de entre todas las cosas, sólo hay dos, que realmente importan. Las
únicas dos cosas importantes salidas de la era tecnológica: Elvis y una
limonada batida. Y te voy a dar a probar las dos… ahora”.
Mientras Elvis canta “Kentucky
Rain” Nosferatu busca cuatro limones en la nevera. Alexis lo sigue con la
mirada. Va a la mesa. Corta los limones.
Nosferatu canta: “Rain in my shoes, can you get any sadder than that?”
Alexis sigue el ritmo de la
canción con la cabeza.
Nosferatu exprime los limones
dentro de los vasos. Saca hielo del congelador y pone los cubos también dentro
de los vasos. Luego, vierte agua del grifo. Entonces toma un puñado de azúcar y
dice con la mano en alto: “¿Te gusta el azúcar, no, mi querida Alexis?”
Alexis sacude la cabeza: “Oooohhhh,
yes!”
“Me gusta cuando dice “tren de
medianoche”. He visto los trenes en la medianoche. Me ha tocado estar sentado
junto a los rieles, sin nadie más a mi alrededor, y ver pasar los trenes. Es en
esos momentos en que pienso en el conductor. Y a veces, me ha hecho sentir como
si fuese el conductor del tren. Ahí, sentado, sin nada más que hacer”.
Alexis frunce el ceño y dice:
“yo también conozco la soledad”.
“Sé que sí, Alexis”.
Nosferatu sacude las bebidas y
dice: “Pero ahora, Alexis, un poco de felicidad”.
Le entrega la limonada.
Ella lo mira con el medio
limón cortado todavía flotando en el líquido, con esa mirada de asombro que
tienen los niños curiosos.
“Espera Alexis, vamos al
porche para sentarnos en las sillas del jardín”.
Salen.
Se sientan en las sillas del
jardín.
Una enorme luna naranja brilla
sobre ellos.
Alexis bebe la limonada y
dice: “Me gusta, me gusta”, igual como lo dijera un niño curioso.
“Sabía que te gustaría”.
Pasan dos horas y cuatro vasos
de fresca limonada batida.
Nosferatu dice, “¿Hueles?”
“Primavera”, dice Alexis.
“Sí, primavera. Siempre
acertada, Alexis”.
“Me gusta la limonada”.
Nosferatu y Alexis sonríen.
<xiii>
Se convoca a otra reunión de
vampiros.
Ellos están en el edificio de
oficinas antes mencionado y conversan.
Leo está en el centro.
Después de esperar, más de lo
establecido.
Se abre la puerta.
Todo el mundo se queda mirando
en dirección a la puerta.
Pero nadie sale.
Entonces Nosferatu y Alexis
entran montados en unos hermosos caballos blancos. Los cascos golpean en el
suelo produciendo un eco excepcional.
Los dos visten el uniforme de
los antiguos équites romanos. Usan cascos, chalecos antibalas, escudos unidos a
sus brazos izquierdos, y blanden una espada corta romana en la mano derecha.
Ambos tienen semblantes
burlones y parecen listos para una pelea.
Se posicionan con sus caballos
en el medio de la sala para a continuación, permanecer quietos, inmóviles, como
estatuas vivientes.
Nadie sabe lo que pasa.
Leo exclama: “¿Pero por qué
visten de esa manera?”
“¿No era acaso esa tu
intención, la guerra?”
“¡NO! ¡Era abdicar el trono!”.
“¿Es que acaso ha existido
alguien quien haya abdicado sin haber luchado antes?”
“Entonces si es así,
luchemos”.
La puerta se abre de nuevo,
treinta soldados vampiros, vestidos con uniformes militares modernos, marchan
con sus ballestas, las cuales llevan flechas de madera. Rodean a Nosferatu y a
Alexis. Sus flechas apuntan, directamente a los corazones de ambos.
Nosferatu y Alexis se quedan
impasibles.
Sus caras demuestran
tranquilidad.
Leo dice: “Como lo puede
advertir. Todos en la sala están por unanimidad en contra de usted”.
Nosferatu retira su espada que
estaba en posición.
Levanta su mano derecha y
chasquea con los dedos.
Todo el mundo se queda como
congelado, a excepción de Leo.
Leo mira alrededor de la
habitación y ve que nadie se mueve, parpadeando. Parecen estatuas. Ahora sí, no
como lo estaban ellos hace un momento.
La única persona, capaz de
moverse, es Alexis, la cual mostraba una leve sonrisa en su bello rostro.
Leo grita, “¿Qué has hecho?
¿Los has matado? ¡Usted está loco! “
Nosferatu dice: “Leo, te
felicito, has pasado la prueba. Has demostrado que puedes identificar un
problema para luego unificar a la gente y buscarle una solución”.
“¿Esto era una prueba?”
“Le di la misma prueba a Nasir
y a cada líder antes de él. Algunos han pasado, otros no”.
“Usted no está loco, ¿verdad?”
“Soy Nosferatu”.
Leo le miró fijamente.
Nosferatu dice: “Voy a
chasquear los dedos y voy a abdicar. Si alguna vez necesitas consejos, me
encontrarás por ahí. Nunca le digas a nadie de lo que has visto y presenciado
en esta sala”.
Leo, como un autómata, asiente
con la cabeza. Se ve triste, pensó que alguna vez tuvo el poder. Tenía la
certeza de haberlo conseguido. Adquirir el poder sabiendo que fue convenido y
no conquistado le resta importancia. Pero él sabía que nunca se lo podría
quitar a Nosferatu.
Nosferatu chasquea los dedos.
Todos vuelven a la vida.
Ninguno se dio cuenta de que
fueron congelados.
Nosferatu dice: “Yo,
Nosferatu, abdico el liderazgo en nombre de Leo. Escúchenle. Pero, si no creen
que sea apto, mátenlo”.
Nosferatu y Alexis blanden sus
espadas en el aire. Comienzan a alejarse en sus caballos y fuera de la
habitación, Nosferatu grita: “Yo soy Nosferatu!”
FIN