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11/28/2015

LEYENDAS DE GUATEMALA - (1930) de MIGUEL ANGEL ASTURIAS – (Selección)



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YAÍ. Pues despertarás de tu sueño de amor, en el que soy tu creatura, creada por ti, tu creatura de sueño, antes de la aurora y entonces un velo de sombra cubrirá el recuerdo de tu Sudor de Espinas Amarillas.


CUCULCÁN.. No agarro bien el sabor de lo que me dices; pero sabe a reproche de piedras preciosas que se han vuelto mieles de colores, y estoy pegado a tu costado como un mosco a una pálida dulzura de esmeralda y malva, y tus espaldas me dan Oriente de perlas de azúcar, y tus muslos me hacen subir por los rubíes de los guerreros a la alcoba de las constelaciones, bajo los verdes campos de jade tas de tus manos, que tienen en sus cuencos de nido, la forma de tus senos casi azules... 


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EL PROCESO - (1925) de KAFKA - (Selección)

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“No hay que creer que todo sea verdad; hay que creer que todo es necesario”, una opinión desoladora”, dijo K. “La mentira se convierte en el orden universal”.
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11/27/2015

DIARIOS (1910-1923) de FRANZ KAFKA - (Selección)



Diarios (1910-1923) (Fábula)

Kafka, Franz


BIOGRAFÍAS, AUTOBIOGRAFÍAS Y MEMORIAS (NF). Diarios
Mayo 1995
Fábula F 32
ISBN: 978-84-7223-863-3
País edición: España
448 pág.


Pág. 71

“La compasión que sentimos por estos actores, que son tan buenos y no ganan nada, y que ademas están muy lejos de obtener el agradecimiento y la gloria suficientes, es en realidad la compasión por el triste destino de muchos nobles esfuerzos, y sobre todo el de los nuestros. Por ello su intención resulta desproporcionada, porque exerneamente se atiene a unas personas ajenas a nosotros, y en realidad nos pertenece. Sin embargo, todo ello está sin duda tan estrechamente vinculado a los actores, que ni siquiera ahora puedo separarlo de ellos. El hecho de que lo reconozca determina que aún se estreche más la unión con ellos”.


***

Pág. 97

“Progresivamente, intentaré agrupar lo que hay en mí de indudable, luego lo creíble, luego lo posible, etc. Es indudable mi avidez por los libros. No tanto por poseerlos o leerlos como por verlos, por convencerme de su permanente existencia en los estantes de una librería. Si en alguna parte hay varios ejemplares del mismo libro, cada uno de ellos me alegra. Es como si dicha avidez partiese del estómago, como si fuese un apetito descaminado. Los libros que yo poseo me dan menos gusto; en cambio me alegran ya los libros de mis hermanas. El deseo de poseerlos es incomparablemente menor, casi inexistente.”



***

Pág. 116

9 de diciembre. Stauffer-Bern: «La dulzura de la producción literaria
nos engaña en lo que respecta a su valor absoluto.»
Cuando uno se siente dominado por un libro de cartas o de
memorias, independientemente de quien sea el autor, en este caso
Karl Stauffer-Bern, no se lo incorpora con sus propias fuerzas, porque para ello ya se necesita arte, y éste es feliz consigo mismo, sino que se entrega —así le ocurre muy pronto a quien simplemente no opone resistencia— dejándose arrastrar por la totalidad del otro y se deja convertir en un ser afín al otro; entonces no tiene nada de extraño que, al cerrar el libro, uno sea devuelto a sí mismo, vuelva a sentirse cómodo, tras esta excursión y este desahogo, en su personalidad propia, nuevamente reconocida, removida de nuevo, contemplada por unos momentos a distancia, y quede con la cabeza más despejada. — Sólo posteriormente puede sorprendernos que aquella peripecia vital de un extraño, a pesar de su viveza, esté descrita de un modo inalterable en un libro, aunque creemos saber por experiencia propia que nada en el mundo dista tanto de una experiencia —por ejemplo, el dolor por la muerte de un amigo— como la descripción de esta experiencia. Sin embargo, lo que está bien para nuestra persona, no lo está para los otros. Cuando, pongamos por caso, no podemos dar satisfacción a nuestros sentimientos con nuestras cartas —naturalmente hay aquí una cantidad de gradaciones que se diluyen en ambos sentidos—, cuando debemos recurrir una y otra vez, aun en nuestros mejores momentos, a expresiones como «indescriptible», «indecible», o a un «tan triste» o «tan hermoso», seguido de una frase que se desmorona rápidamente, introducida por un «que», entonces se nos da como compensación la facultad de comprender informaciones de otros con la tranquila precisión que nos falta ante las propias cartas, al menos en tal medida. El desconocimiento en que nos hallamos respecto a los sentimientos que nos han llevado según los casos a
estrujar o a extender el papel de la carta; precisamente tal desconocimiento se convierte en inteligencia, puesto que nos vemos obligados a atenernos a la carta que tenemos delante, a creer únicamente en lo que hay en ella: a hallarlo perfectamente expresado, y con una expresión igualmente perfecta, como debe ser, si queremos que se abra ante nosotros el camino hacia lo humano. Así, por ejemplo, las cartas de Karl Stauffer sólo contienen el relato de la breve vida de un artista... (se interrumpe)”.


***

Pág. 125

Una de las ventajas de llevar un diario consiste en que uno se vuelve, con una claridad tranquilizadora, consciente de las transformaciones a las que está sometido incesantemente, unas transformaciones que uno crea, presiente y admite generalmente de un modo natural, pero que siempre niega inconscientemente cuando se trata de obtener esperanza y paz con semejante reconocimiento. En el diario se encuentran pruebas de que uno ha vivido, ha mirado a su alrededor y ha anotado observaciones incluso en estados de ánimo que hoy parecen insoportables; o sea que esta mano derecha se movió como en este momento, en el que de hecho, gracias a la posibilidad de tener una visión de conjunto del estado anterior nos hemos vuelto más sensatos, aunque por esto mismo debernos reconocer más aún la intrepidez de nuestro esfuerzo de entonces que sin embargo se mantuvo en una total ignorancia.


***

Pág. 134

“Esta sensación de falsedad que tengo al escribir podría describirse con la imagen siguiente: ante dos agujeros que hay en el suelo, alguien espera la aparición de algo que sólo puede salir del agujero de la derecha. Pero, mientras éste permanece cerrado por una tapa vagamente perceptible, sale del izquierdo una aparición tras otra; estas apariciones intentan atraer la mirada hacia ellas y acabar consiguiéndolo por su creciente voluminosidad, que llega a cubrir incluso el otro agujero, el nuestro, por mucho que tratemos de impedirlo. Y he aquí que entonces, si no queremos dejar aquel lugar —y no lo queremos a ningún precio—, tenemos que conformarnos con lo que se nos ha aparecido, lo cual, por su fugacidad —su fuerza se agota en el simple hecho de aparecer—, no puede satisfacernos: pero que, al quedarse inmóvil por su misma debilidad, nos permite desplazarlo hacia adelante y en todas direcciones, con el único fin de suscitar otras apariciones, porque nos resulta insoportable la constante visión de una de ellas, y porque además queda la esperanza de que, tras el agotamiento de las apariciones falsas, surjan finalmente las verdaderas. ¡Qué poca fuerza tiene la imagen precedente! Entre la sensación real y la descripción metafórica aparece colocada, como un tablón, una suposición incoherente.”


***

Pág. 135

“Las dificultades para terminar aunque sea un breve ensayo no radican en el hecho de que nuestro sentimiento, para la terminación del trabajo, requiere un fuego que el contenido real de lo anteriormente escrito no ha sido capaz de suscitar por sí mismo, sino que dichas dificultades se deben más bien a que el más insignificante ensayo exige que el autor esté satisfecho de sí mismo y se pierda en su interior; sin estas condiciones es difícil penetrar en la atmósfera del día cotidiano si no hay una enérgica resolución y un acicate exterior, de suerte que, antes de haber concluido el ensayo y de podernos retirar tranquilos, nos lanzamos fuera de él y desde fuera tenemos que completar el final, con unas manos que no sólo deben trabajar, sino también sostenerse a sí mismas.”


***

Pág. 142

En mí se puede reconocer perfectamente una concentración apta para escribir. Cuando se hizo evidente en mi organismo que la literatura era la manifestación más productiva de mi personalidad, todo tendió a ella y dejó vacías todas las facultades que se orientaban hacia los placeres del sexo, de la comida, de la bebida, de la meditación filosófica, y principalmente de la música. Me atrofiaba en todos los aspectos. Esto era necesario, porque mis energías, en su totalidad, eran tan escasas que únicamente reunidas podían ser medianamente utilizables para la finalidad de escribir. Naturalmente, no di con esta finalidad de un modo autónomo y consciente; fue ella la que se encontró a sí misma y ahora se ve obstaculizada únicamente, pero de un modo radical, por la oficina. En cualquier caso no debo lamentarme porque no pueda soportar una amante, porque entienda casi tanto de amor como de música y tenga que contentarme con los efectos más superficiales y fugaces, porque la noche de fin de año cenara nabos y espinacas y bebiera un cuartillo de Ceres, y porque el domingo no pudiera asistir a la conferencia de Max sobre sus trabajos filosóficos; la compensación por todo ello es clara como la luz del día. O sea, que sólo tengo que arrojar en medio de todo este montón de cosas el trabajo de la oficina (puesto que mi desarrollo está ya concluido y, por lo que veo, no tengo más que sacrificar) para iniciar mi verdadera vida, en el curso de la cual, con el progreso de mi obra, mi rostro podrá finalmente envejecer de un modo natural.”


***

Pág. 182

23 de setiembre. Esta narración, La condena, la he escrito de un tirón, durante la noche del 22 al 23, entre las diez de la noche y las seis de la mañana. Apenas si podía sacar las piernas de debajo de la mesa, entumecidas por haber permanecido sentado tanto tiempo. La tensión y la alegría terribles con que la historia se iba desplegando ante mí, y cómo me iba abriendo paso entre las aguas. Varias veces, durante esta noche, todo mi peso se concentró en la espalda. Cómo todas las cosas pueden decirse, cómo para todas, para las más extrañas ocurrencias, hay preparado un gran fuego en el que se consumen y renacen. Cómo la ventana se volvió azul. Pasó un carruaje. Dos hombres cruzaron el puente. A las dos, miré el reloj por última vez. Cuando la criada recorrió por primera vez la antesala, yo escribía la última frase. Acción de apagar la lámpara y luz diurna. Leves dolores cardíacos. El cansancio que desaparece a la mitad de la noche. La entrada temblorosa de las hermanas en el aposento. Lectura en voz alta. Previamente, el acto de estirar los miembros
ante la criada y decir: «He estado escribiendo hasta ahora.» El aspecto de la cama intacta, como si acabaran de introducirla. La confirmada convicción de que, con mi novela, me encuentro en las vergonzosas depresiones que tiene el arte de escribir. Sólo así se puede escribir, sólo con esa cohesión, con esa apertura total de cuerpo y alma. Mañana pasada en la cama. Los ojos siempre claros. Mientras escribía, acarreo de muchos sentimientos, por ejemplo, la alegría de que voy a tener algo hermoso para la Arcadia de Max; naturalmente, recordé a Freud en un pasaje; en otro, Arnold Beer; en otro, a Wassermann; en otro, La giganta, de Werfel; también, por supuesto, mi narración El mundo urbano.”


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Pág. 194

“Método especial de pensamiento. Impregnado de sensibilidad. Todo se siente como idea, aun en la mayor imprecisión. (Dostoyevski.).”


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Pág. 203

“22 de octubre. Demasiado tarde. La dulzura de la melancolía y del amor. Que, en el bote, ella me dirigiera su sonrisa. Esto fue lo más hermoso de todo. Sólo el deseo de morir y el hecho de seguir resistiendo todavía, sólo eso es amor.”


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Pág. 280

“… Olvidé añadir, y luego omití intencionadamente, que lo mejor que he escrito tiene su origen en esta capacidad de poder morir contento.”


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Pág. 281

“… con mi madre no necesitaba tantos recursos artísticos como con el lector.”


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Pág. 322

“No se aprende la vida en el mar con ejercicios en un charco, y en cambio, un exceso de entrenamiento en el charco puede incapacitarnos para ser marineros.”


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Pág. 337

“Pero sólo puedo tener felicidad si puedo elevar el mundo a lo puro, a lo verdadero, a lo inalterable.”


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Pág. 322

“El «Copperfield» de Dickens («El fogonero» es una simple imitación de Dickens, y lo será más aún la novela proyectada),”


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Pág. 356

“M. tiene razón respecto a mí: ‘Todo magnífico, sólo que no está hecho para mí, y con razón’. Con razón, digo yo, y demuestro que tengo al menos esta confianza. ¿O es que ni siquiera la tengo?, porque no pienso realmente en ‘razón’. La vida tiene tanto poder de convicción, que no deja lugar para la razón y la sinrazón. Del mismo modo que tú, en el momento desesperado de la muerte, no podrás meditar en la razón y en la sinrazón, tampoco podrás hacerlo en la desesperación de la vida. Basta con que las flechas encajen exactamente en las heridas que han abierto”


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CIEN AÑOS DE SOLEDAD - (1967) de GABRIEL GARCIA MARQUEZ - (Selección)



"Un día, cuando empezaba a bañarse, un forastero levantó una teja del techo y se quedó sin aliento ante el tremendo espectáculo de su desnudez. Ella vio los ojos desolados a través de las tejas rotas y no tuvo una reacción de vergüenza, sino de alarma.
-Cuidado -exclamó-. Se va a caer.
-Nada más quiero verla -murmuró el forastero.
-Ah, bueno -dijo ella-. Pero tenga cuidado, que esas tejas están podridas.
El rostro del forastero tenía una dolorosa expresión de estupor, y parecía batallar sordamente contra sus impulsos primarios para no disipar el espejismo. Remedios, la bella, pensó que estaba sufriendo con el temor de que se rompieran las tejas, y se bañó más de prisa que de costumbre para que el hombre no siguiera en peligro. Mientras se echaba agua de la alberca, le dijo que era un problema que el techo estuviera en ese estado, pues ella creía que la cama de hojas podridas por la lluvia era lo que llenaba el baño de alacranes. El forastero confundió aquella cháchara con una forma de disimular la complacencia, de modo que cuando ella empezó a jabonarse cedió a la tentación de dar un paso adelante.
-Déjeme jabonarla -murmuró.
-Le agradezco la buena intención -dijo ella-, pero me basto con mis dos manos.
-Aunque sea la espalda -suplicó el forastero.
-Sería una ociosidad -dijo ella-. Nunca se ha visto que la gente se jabone la espalda.
Después, mientras se secaba, el forastero le suplicó con los ojos llenos de lágrimas que se casara con él. Ella le contestó sinceramente que nunca se casaría con un hombre tan simple que perdía casi una hora, y hasta se quedaba sin almorzar, sólo por ver bañarse a una mujer. Al final, cuando se puso el balandrán, el hombre no pudo soportar la comprobación de que en efecto no se ponía nada debajo, como todo el mundo sospechaba, y se sintió marcado para siempre con el hierro ardiente de aquel secreto. Entonces quitó dos tejas más para descolgarse en el interior del baño.
-Está muy alto -lo previno ella, asustada-. ¡Se va a matar! Las tejas podridas se despedazaron en un estrépito de desastre, y el hombre apenas alcanzó a lanzar un grito de terror, y se rompió el cráneo y murió sin agonía en el piso de cemento. .:.
Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria".


Gabriel García Márquez
Cien años de soledad

EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA - MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDA - (Selección)




Primera parte


“Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que por razon de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso á amar á quien le ama…”
Capítulo XIV.
Donde se ponen los versos desesperados del difunto pastor, con otros sucesos.


***

“Siempre deja la aventura una puerta abierta en las desdichas para dar remedio a ellas”,
Capítulo XV.
Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses.


***

Segunda parte


“… vístele de modo que disimule lo que es y parezca lo que ha de ser”.

Capítulo V
De la discreta y graciosa plática que pasó entre Sancho Panza y su mujer Teresa Panza, y otros sucesos dignos de felice recordación

 

***


“… aunque los daños que nacen de los bien colocados pensamientos antes se deben tener por gracias que por desdicha…”

Capítulo XII
De la estraña aventura que le sucedió al valeroso don Quijote con el bravo Caballero de los Espejos


***

“—Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerle ante los ojos de vuestra grandeza, aquí sobre esta mesa y en un plato, quitara el trabajo a mi lengua de decir lo que apenas se puede pensar, porque Vuestra Excelencia la viera en él toda retratada”.

Capítulo XXXII
De la respuesta que dio don Quijote a su reprehensor, con otros graves y graciosos sucesos



***

“… rompió los aires con suspiros, hirió los cielos con quejas, maltrató sus cabellos, entregándolos al viento …”

Capítulo LX
De lo que sucedió a don Quijote yendo a Barcelona

 


***


 

LA BIBLIA - (Selección)



Santiago 1:22-24

22. Ponedla en práctica y no os contentéis sólo con oírla, que os engañaría;"
23. pues quien se contente con sólo oír la palabra, sin practicarla, será semejante al varón que contempla en un espejo su rostro,
24. y, apenas se contempla, se va y al instante se olvida de cómo era;"


Santiago 2:17-22

17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

11/24/2015

esta emoción era un pequeño libro electrónico por tao lin - (libro completo)



viernes por la noche solo leyendo a nietzsche en la biblioteca

las cosas tristes son hermosas desde la distancia
por lo tanto, sólo deseas alejarte de ellas
desde una distancia de ciento treinta años
puedes llamar a la segunda mitad de la vida de alguien: “colapso mental y muerte”
me voy a tomar el tiempo hasta que el mundo es bello
sylvia plath va distanciarse de la distancia más corta
hasta que sea aceptada por el sistema
pero si se te olvida cómo ser feliz, uh,
por lo tanto, no puedes volver a ser feliz
y la pecana es una especie de nuez que puede hacerme llorar
si estuviera triste por algo más
pero si estuviera enamorado de las cosas sólo desde la distancia
voy a alejarme de la primera mitad de mi vida
si estás tratando de obtener un significado de este poema
estoy cansado de vivir; si quisiera regresar a la escuela
por lo tanto, sylvia plath olvidó cómo crear distancias monumentales
pero voy a alejarme de este poema
y crear una frase monumental que te haga matar
será la sintaxis que te mata, luego,
cuando tu cerebro se revierta
para justificar el subjuntivo, o algo, no lo sé,
sólo te perforaré el cerebro con el hueso de la nariz
y eso será lo que te mata
argumentaré ante el tribunal que la sintaxis era
mi abogado va a matar al juez
y eso va a distraer al juez
mi abogado no está admitido por el sistema
el anti-sistema puede hacerme llorar
si estuviera cansado de la vida
a mi abogado no se le permite estar triste
hasta que deje de comer animales
me voy a alejar hasta que a alguien se le ocurra que soy bonito
al fin estoy enamorado con este poema
voy a memorizarlo, supongo


11/23/2015

NOSFERATU por Noah Cicero - (Novela completa)

<i>

Sus pies persisten en el andar. Un pie en frente del otro.
Solitaria noche.
Ciudad que no requiere ser nombrada.
La localidad tiene un McDonald’s, un Wal-Mart, varios parques municipales. Alcantarillado; redes de aguas claras, recolectores de basura. Cafeterías. Unos colegios, tiendas de café, e incluso algunos poetas. La ciudad cuenta con mujeres obesas que sudan cuando en las calles hace calor, tiene, además, hombres que piensan que la economía no vale lo que su corte de cabello, y tiene gatos que defecan en cajas de arena y sus patas, no conocen lo que es la hierba.
Aquí es cuando nombramos a Nosferatu, el que camina con insistencia y perseverancia.
Nosferatu lleva puesto un elegante traje negro y un sombrero de hongo.
Nosferatu detiene su andar.
Se queda quieto.
Levanta la mirada y ve hacia la luna.
La luz brilla.
Se concentra en el fulgor.
Agarra un haz de luz.
El destello alcanzado ocupa su mano.
Lo acerca a la cara, abre la mano.
El haz de luz se mantiene acorralado en su mano arremolinándose en un círculo concéntrico.
Lo domina, se lo come y sonríe.
Se complace.
Un hombre pasa y se le queda mirando.
Nosferatu lo mira de vuelta y le dice: "¿Alguna vez has probado un haz de luz lunar?"
El hombre responde con una pregunta: "¿Tiene algo que ver con el sabor del chocho?"
"Sí, mucho, pero sin tanto cacareo."
El hombre se ríe y se aleja.
Nosferatu mira hacia abajo, a sus pies.
Y dice: "Tienen que caminar, ¿se acuerdan de cómo se hace? Lo hemos hecho como patos, como atletas, como dioses, ¿cómo vamos a caminar esta noche? "
Nosferatu se inclina y toca sus pies y dice: "Tienen que caminar esta noche. No podemos quedarnos aquí para siempre. Tenemos que ir a algún lado y sentarnos y escuchar al aire acondicionado y a los aparatos que ocupan las habitaciones o la luz del sol nos va a matar, a ustedes y a mí. ¿Están escuchando?, debemos caminar. Vamos. Un pie en frente del otro."
Nosferatu golpea a sus pies y prosigue con su andar.

<ii>

Nosferatu entra en un restaurante que abre las 24 horas.
Mira a su alrededor y hace un escaneo general al lugar.
Hay una joven pareja peleando en una esquina. El tema de la pelea es el problema con la bebida, no el de él, sino el de ella.
Hay jóvenes de otras razas en una mesa hablando sobre ligar.
Hay árabes viejos conversando en su lengua materna acerca de los problemas domésticos.
Hay chicas borrachas mostrando entre ellas imágenes de sus teléfonos celulares.
Nosferatu encuentra a Ako.
Ako está vestido con un suéter y unos pantalones vaqueros azules.
Ako le hace señas a Nosferatu.
Todas las noches Ako se sienta en el restaurante, toma café y mantiene la mirada fija en la ventana del local, algunas noches hace que lee un libro, pero la mayoría de las veces se mantiene con la mirada fija en la ventana del local y se distrae haciendo insinuaciones sexuales a las camareras, no le importa si no están buenas.
Nosferatu se sienta enfrente de Ako.
No se miran, nunca lo han hecho.
Pasan los primeros veinte minutos. Nada. No hablan.
Ako dice: "Está bueno el café".
"Siempre es lo mismo".
"Estaba pensando en comprar una bicicleta en Wal-Mart para luego lanzarme en contra de una pared. Sólo para ver si puedo hacer doblar la rueda delantera".
"Una vez, cuando estaba en Roma, entré a unos vestidores, y le chupé la sangre a unos veinte hombres, sólo porque estaba aburrido."
"Fue divertido".

<iii>

Nosferatu le dice a Ako, "Esto fue en España, en el año 1232. Montaba en un caballo. Hacía saltos y otras maromas estúpidas. Está esta chica bonita, de nombre Marisol. Tenía el cabello largo, tupido y negro y un cuerpo vibrante. Ella me miraba mientras yo hacía lo mío, cuando me acerqué a saludar, ella me dijo: 'Usted sí que sabe lo que es montar a caballo.' Entonces le respondí: 'Gracias.' Y me gusta también recibir cumplidos ".
Ako responde: "Sí, es verdad, los cumplidos. Los cumplidos caen bien".

<iv>

Nosferatu y Ako. Silencio.
Pasan las horas.
Una mujer de color, en la edad de los treintas, se acerca a la Key Master.
Ako rompe el silencio: "quiere un peluche".
Nosferatu agrega: "mucho".
La mujer mueve la garra metálica sobre los diferentes premios de la máquina.
Suda. Está nerviosa.
Deja caer la garra.
No consigue nada.
Ako dice: "maldita sea".
Ella coloca más dinero.
Está determinada.
Intenta con un oso de peluche rosa.
Golpea la cabeza del oso, lo dirige hacia el agujero. Pero no cae.
Nosferatu dice: "la próxima vez".
Pone más dinero.
Consigue la atención de los demás.
Hasta los árabes están atentos.
Ella decide dirigir la garra hacia abajo. Con fuerza, golpea al oso en contra del agujero.
Lo tiene posicionado.
La garra golpea al oso de nuevo.
El oso cae en el agujero. Es libre.
La mujer consigue su peluche.
Sonríe.
Los árabes también.

<v>

Nosferatu camina por la calle.
Se siente bien.
Se detiene a mirar un cubo de basura. Se da cuenta que la basura nunca podrá ser su amiga y tampoco lo podrá ayudar. Con este pensamiento se aleja.
No hay nadie en la calle.
Nosferatu oye pasos que se arrastran detrás de él. Piensa: "Alguien quiere ser sigiloso".
Nosferatu se da vuelta, rápido.
Allí está. Es una persona de tamaño promedio, con una lanza de madera en la mano.
El hombre dice: "He venido por usted, Nosferatu. Usted, quien ha vivido miles de años. Le llegó su hora ¡Deberá morir!"
"Lo has conseguido”, dijo Nosferatu: “me muero… pero de miedo".
"Voy a matarte”, dijo el otro: “¡soy un experto cazador de vampiros!"
"Está arruinando mi noche, caballero".
"No estoy de juegos. Pronto estará muerto".
"Me siento solo, ¿quiere jugar conmigo?”
"No, no vine a jugar; ni tampoco vine a ser su amigo. He hecho un juramento, el de acabar con los de su especie”.
"Qué racista".
"No soy ningún racista".
"Sí, sí que lo es”, replicó Nosferatu: “usted dice querer matar vampiros sólo porque son vampiros, eso se llama racismo, caballero".
"No, no lo es. Ustedes son unos monstruos asesinos sedientos de sangre".
"Estereotipos".
"Escuche, no me haga perder la poca paciencia que me queda. Soy mejor que usted, soy humano".
"Me importan muy poco su paciencia y su modo de pensar".
"Debiera".
"Debiera, ¿qué?"
"Importarle mi modo de pensar".
"¿Por qué me debería importar? Los racistas me tienen sin cuidado".
"Escuche, vampiro de mierrrrrrda, ¡sus segundos están contados!"
"Mis segundos son sus años, caballero".
"¿Qué mierrrrrrda tiene en la cabeza, señor? ¡Tome esto con seriedad!"
"Ño".
Nosferatu saca una pistola y le dispara en el vientre.
El hombre cae.
Entonces comienza a putear "Me disparó, vampiro de mierrrrrrda, debería haberle matado cuando pude. ¡Esto no puede ser! ¡Fue injusto! ¡Utilizó un arma! ¡Se supone que los vampiros utilizan sus poderes, no un arma de fuego! ¿Qué mierda tiene en la cabeza?"
Nosferatu mira al hombre y luego le toca con la punta del pie en el vientre, donde tenía la herida de bala y dice: "Pronto estará muerto. Sin embargo, su cuerpo permanecerá aquí en la acera. Alguien va a llegar y lo va a encontrar ahí, yaciendo, y luego, ésta otra persona comenzará a llamar a todos sus amigos".
Nosferatu se aleja.

<vi>

Nosferatu se dirige a un imponente edificio de oficinas.
El edificio tiene cuarenta pisos.
El estilo es High-Tech y su fachada dice: "Tenemos dinero".
Nosferatu entra al edificio.
Un guardia asiente con la cabeza y le dice: "Hola".
Nosferatu lo mira. Siente pena por él. Le da un billete de veinte dólares.
El guardia dice: "Gracias".
Nosferatu no le responde.
Entra en el ascensor y sube.
Piensa: "Todo esto está mal".
Nosferatu sale del ascensor. Oye algunas voces. En realidad, muchas. Nada de lo que dicen, le interesa. Sabe que nada de lo que hablan tiene importancia para él.
Ve un salón. Se dirige hacia él. Entra.
Hay servido un buffet. El buffet tiene carnes de diferentes cortes.
Hay copas con sangre, sangre de la buena.
La habitación está llena de vampiros, vampiros vestidos con elegancia.
Un vampiro de nombre Leo, grita: "¡Muy bien, ahora podemos empezar!"
Entran a otro salón, el cual tiene una mesa y sillas apoyadas en contra de las paredes.
Una de las sillas está en el centro del salón.
Los diez mejores vampiros, los privilegiados, se sientan alrededor de la mesa. El resto de los vampiros, unos vampiros jóvenes, en espera de la muerte de aquellos, para sustituirles en sus puestos, se sientan en las sillas apoyadas en las paredes.
Invitan a Nosferatu a sentarse en la silla dispuesta en el centro del salón. Es una silla plegable de acero cromado.
Nosferatu piensa: "llegó la hora".
Todos están sentados y en silencio.
Nosferatu hace lo suyo en la silla plegable de metal y mira de reojo a los privilegiados.
Leo, quien lleva algún tiempo dirigiendo los eventos como éste, comienza a hablar. Se dirige principalmente a Nosferatu: "Nasir está muerto. Se suicidó hace tres días. Salió a encontrarse con la luz del sol y se dejó morir".
Nosferatu mira de reojo.
Leo continúa, "Nasir era el rey vampiro. Él era el vampiro más antiguo, después le seguía usted. Todos los anteriores han muerto, o bien por cazadores de vampiros, o bien porque se han quitado la vida, como Nasir. Nasir, como todos ahora recordamos, fue un gran líder. Él siempre procuró la unión, y mantenernos fuertes. Usted, en cambio, está de su cuenta. Razón por lo cual, estamos aquí reunidos. Lo usual, hubiese sido, haber convocado una ceremonia para anunciar al nuevo rey vampiro. Pero en vez de ello, resolvimos hacer esta excepción, ya que tratamos de alguien como usted. Queremos informarle que teniendo como evidencia su errático comportamiento, llegamos a la conclusión, que no le interesa ser el siguiente rey vampiro”.
Nosferatu le mira y dice: "¿Por qué todo el mundo me juzga?"
Leo con un tono exasperado en la voz dice: "Porque se lo merece. Usted ha permanecido incólume por años. Desde la caída del Imperio Romano, usted no ha hecho otra cosa sino en pensar en usted. Es como si hubiera estado deprimido por más de 1500 años”.
"Me gustaba salir a pasear con el uniforme puesto.", dice Nosferatu.
Todos en el salón parecieron consternados con la sentencia que acabaron de escuchar.
Leo se cuestiona, en silencio, si la persona con quien está tratando es el posible futuro rey vampiro o un simple loco de remate. Pero a veces los locos de remate han llegado al poder y entonces, se debe saberse tratar con ellos.
Leo continúa con voz tranquila: "Eras el consentido de Nasir, quien te protegió por muchos años. Pero ya Nasir no está. Los mitos en torno a usted se han hecho cada vez más grandes, usted era una leyenda. Pero esa historia se ha ido desvaneciendo. Nuestros cronistas creen que usted podría haber sido Osiris, Remus, Aristóteles; inclusive se habla que usted puedo haber sido no sólo uno, sino varios de los césares de Roma. ¿Hay algo de cierto en eso?"
"Mi nombre es Nosferatu".
Después de aquella respuesta, muchas de las personas miraron al suelo.
Leo continúa: "¿No piensa responder a mi pregunta? Una vez fue un gran hombre, un hombre de gran poder, pero ahora usted… usted está siendo patético".
"Aquí estoy, aquí me tienes. Esto es lo que soy, estoy sentado. Ningún poder. Ninguna grandeza. Sólo soy esto, un hombre sentado; eso es todo".
"Queremos saber, ¿cuáles eran los alcances de sus poderes? ¿Qué tan fuertes eran?"
Nosferatu se quita los zapatos.
Los que están en el salón se quedan mirando, esperando a que algo suceda.
Nosferatu se quita los calcetines.
Todos observan.
Entonces Nosferatu menea los dedos de sus pies y dice: "Soy así de fuerte".
Leo le dice a la audiencia: "Les dije que esto era inútil ¡Está loco! Pero tenemos que hacer esto; lo sé", Leo mira ahora a Nosferatu y le pregunta: "¿Eras el vampiro originario, cómo te contagiaste del virus; dinos?"
Nosferatu, descalzo, entrecierra los ojos y responde: "En 493 A.C. Estaba sentado al lado de un arroyo en Grecia con mis pies descalzos metidos en la fría agua. Puse mis manos ahuecadas hacia abajo y recogí un poco de ella y me la bebí. Miré a mi alrededor y tuve una sensación muy agradable. Una joven de dieciséis años de edad, estaba sentada a mi lado. Su rostro era suave y su cabello castaño oscuro le caía hasta la cintura. Ella era toda alegría. Murió al poco tiempo. Hace 2300 años de eso”.
Leo después de tomar una respiración profunda, dice, "Una última pregunta, Nosferatu, ¿quieres ser el siguiente rey vampiro?"
Nosferatu se levanta y dice: "Yo siempre lo he sido", y sale de la habitación.

<vii>

En un motel pequeño, Nosferatu se sienta en una silla junto a una mesa. Fuma cigarrillos. Parece serio.
Dos mujeres están en la cama.
Una de ellas tiene treinta años. Bonita, de carácter fuerte, con estrías en el cuerpo producto de varios embarazos fallidos, está desnuda y lleva puesto en la cintura un consolador con arnés. Está fumando también.
La otra, es una joven de dieciocho años. Es linda y compacta. Tiene las cejas oscuras, Nosferatu la eligió entre varias por su aspecto árabe.
Hablan entre ellas.
Sobre sus hombres, y sobre sus otros hombres, y a veces, sobre el precio de la gasolina.
Nosferatu no habla.
La televisión está encendida. Transmiten un programa sobre las prisiones.
Las mujeres recién terminaron de tener sexo en frente de Nosferatu. Nosferatu no se les unió, ni siquiera tuvo la intención de masturbarse.
Nosferatu le entrega a cada una un billete de cien dólares.
Dejan de hablar.
Le miran.
Él mira a la pared.
Nosferatu les dice: "Eso es para que me dejen hablar. No quiero ser interrumpido. Me gustaría dar un breve discurso".
La mayor de las dos mujeres dice, "Muy bien; comprendido".
"Solía ​​ser mortal. Me gustaba el sexo. Solía agarrar un buen pedazo de culo y darle duro, duro, duro. Le daba y miraba, y eso me hacía sentir bien. Estaba bien. Era normal. Pero ya no me siento así. Ya no puedo con esto, (Nosferatu señala a su entrepierna) ya no puedo agarrar un buen culo con estas manos, (Nosferatu levanta sus manos). He vivido mucho tiempo, no pregunten cuánto. Soy capaz de conseguir lo que quiera, y lo obtengo. Pero no puedo cambiar este cuerpo. Siempre he mirado de esta manera. Esta es mi cara, (Nosferatu señala su cara). Estos son mis brazos y mis piernas y mi vientre. Mis bolas nunca han cambiado. Solía andar de uniforme; he jugado a ser muchas personas. He hecho puentes, he matado a muchos, he tenido diferentes hábitos que reflejan diferentes tipos de personalidades, he permanecido en la cima de las montañas, he meado junto a los camellos en el desierto, he pasado por muchos nombres. Pero siempre he tenido el mismo cuerpo. Puede que ya no pueda tener sexo con este cuerpo. Darle a los coños de las mujeres o al orto de los hombres. Ya no me causan ningún entusiasmo, eso no me genera una sensación progresiva de satisfacción. Creo que si tuviera un cuerpo diferente podría ser capaz de tener sexo de nuevo. Pero no puedo. No puedo cambiar de cuerpos. Estoy condenado a este cuerpo. Puedo fingir que soy un dios, un campesino, un borracho, incluso puedo fingir que soy un perro. Pero no puedo cambiar el hecho de que cuando los demás me ven, vean esta cara, vean estos brazos. No saben nada de mí, así que puedo convencerlos de lo que sea. Podría decirles que soy un abogado y ustedes lo podrían creer, ustedes le podrían decir a sus amigos que trabajaron para un abogado esta noche. Podría decirles que soy un contador, que conduzco un camión propio y que yo soy un camionero orgulloso; podría decirles que soy un ciclista profesional, podría pretender ser una persona alegre, un buscavidas, o una pequeña sabandija triste y solitaria, o un hombre determinado con ansias de aventuras y buscador de riesgo. Podría fumar y ser un fumador y no fumar y ser un no fumador. Pero no importa cómo me comporte, ustedes seguirán viendo mi cabello castaño, los varios lunares pequeños en mi cara, mi piel blanca y los ojos verdes. Eso era todo. Gracias, he terminado".
Las mujeres lo miraron por un largo rato y … continuaron con su conversación, como si nada las hubieran interrumpido.

<viii>

Pasadas algunas noches, Nosferatu entra en el restaurante y se sienta con Ako.
Los árabes y la señora de la máquina de peluches están ahí.
Nosferatu ordena una taza de café, un bistec término medio y unas croquetas de patatas.
Mientras Nosferatu pone salsa de tomate en sus patatas Ako dice, "Nosferatu, sigues en las mismas".
Nosferatu permanece indiferente; continúa con lo que está haciendo, un poco más de salsa en sus croquetas de patatas.
Ako continúa, "Leo vino a hablar conmigo el otro día y me dijo que mantenía su plan en contra de ti".
Nosferatu empieza a comer y dice: "Que buenas están estas croquetas, ¡coño!".
Ako dice: "Leo quiere el poder y también necesita saber cómo te infectaste con el virus. Creen que si pueden averiguar cómo fue, pueden ser capaces de crear una pastilla o algo parecido, que les permita andar libre durante el día. Luego continuó con las posibilidades científicas de esta nueva era. Nos, en serio, ¿puedes caminar durante el día?"
"¿Alguna vez me has visto caminar durante el día?"
"No, porque nunca estoy por ahí durante el día."
"Es verdad".
"¿Así que puedes?"
"Puedo hacer muchas cosas".
"Nos, sabes que soy tu amigo. Puedes confiar en mi".
"Una vez Ako, dijo Nosferatu, me sentía solo. Solo y aburrido. Era mediado del XVIII. Estaba en América bebiendo en un bar. Y pensé que era el momento justo para intentar un experimento nuevo. Ya sabes, me gusta experimentar, sobre todo con los seres humanos. Ellos, como nosotros, tienen potencialidades. No me refiero a, conseguir un buen trabajo, sino a algo más. Escogí a uno, era un mentiroso patológico. La mayoría de los mentirosos patológicos carecen de confianza, pero en cambio, estaba buscando uno que tuviera confianza, alguien quien pudiera tener el don de la convicción. Al final, encontré uno. Estaba loco. También estaba triste. Una de las criaturas más tristes que he conocido jamás. Estaba tan triste que ni siquiera él lo sabía. Estaba, además, convencido en haber encontrado la ideología perfecta para la vida, para aferrarse a ella. Sin saber que las ideologías provienen de fuera del cuerpo. Hice pequeñas placas de oro e inscribí en ellas antiguos pensamientos. Luego se las mostré, para comentarles acerca de la procedencia de aquellos pensamientos, inscritos en las placas. Luego traduje las ideas para contarles aún más mierda, quería llenarles la cabeza de mierda. Eran ideas mucho más desequilibradas que, por ejemplo, considerar que los vampiros somos causados por un virus. Y él, se las creía. Bueno, él creía que yo creía que él creía. Pero sabía que una buena historia contada con cierta confianza a personas con problemas de soledad, haría que también ellas se la creyeran".
"¿Estás diciendo que eres el ángel Moroni, el que visitó a Joseph Smith?"
"Estaba muy aburrido."
Ako dice: "Nos, tienes que escucharme: ¡Leo quiere el poder! Y tú no lo quieres. Sólo debes dejar que los acontecimientos sigan su rumbo".
"Lo que pasa es que todos tienen el pipicito chiquitito."
Desalentado, Ako dice: "Entonces, ¿por qué no permites que Leo sea el líder?"
"Ninguno de ellos entiende el arte de ser un vampiro. Somos un pueblo que puede vivir para siempre y que no se enferma. Ni siquiera necesitamos comer. Pero lo único que quieren hacer es estar ahí, sentados, por el simple hecho de ser vampiros, sin hacer más nada, eso para mí es la definición exacta de apatía".
"Me temo que Leo puede tratar de hacerte daño. Está arrastrando a muchos en contra de ti".
"¿Entonces es el líder?"
"Supongo".
"Yo no quiero ser el líder de ellos. Si no puedes ser el líder de tu vida, entonces que no me busquen para que sea de la tuya".
Nosferatu termina su bistec término medio, se levanta de su asiento y dice: "Diles que si intentar matarme les dará sentido a sus vidas, que sean bienvenidos".

<ix>

Nosferatu conduce por una senda abandonada en medio de un bosque de Pennsylvania. Busca el paradero de Alexis, su antiguo guardaespaldas.
Nosferatu contrató a Alexis en 272 A.C.
Viajaba a través de Turquía y escuchó la historia de una mujer de veinte años de edad, cuya familia había sido atacada por unos bandidos. Los bandidos habían matado a su familia en frente de ella. Ella escapó llevando una espada, un arco y una flecha. Vivió en el bosque durante varias semanas, sustentándose nada más que con la corteza de los árboles y el agua estancada de los charcos. Encontró a los bandidos comiendo juntos, una noche, al lado de una fogata. Eran siete en total.
Disparó cinco flechas en menos de diez segundos y acertó al corazón, en las cinco ocasiones.
Quedaban dos a la izquierda.
Corrieron hacia la oscuridad para hacerle frente.
Les cortó las cabezas.
Entró al pueblo cubierta de sangre.
No estaba llorando y nadie la vio llorar después.
Nosferatu escuchó esto: sabía que, si un simple humano podría infligir ese tipo de violencia, contrayendo el virus del vampiro, haría que ésta fuera aún más fuerte. El virus proporciona unas veinte veces más la fuerza normal del ser humano y la coordinación entre ojo y mano la incrementa en diez.
Nosferatu la encontró sentada en un tocón de un árbol al lado de la casa donde vivió su familia.
Fue a su lado, sonrió, y le chupó delicadamente el cuello con educación.
Cuando despertó al día siguiente, convertida en vampiro, le dijo que a partir de ahora él era su familia. Ella dijo: "Gracias." Así fue que la contrató como su guardaespaldas.
Alexis ahora vive en una cabaña en los bosques de Pennsylvania. Tiene muchos años viviendo allí, sola. Ella es analfabeta y sufre de problemas emocionales.
Nosferatu llama a la puerta.
La puerta se abre y allí está Alexis.
Lo abraza y dice: "Nos, sé que me necesitas”.
"Sí".
Ella lo suelta y caminan hacia el interior de la cabaña.
Un fuego se enciende. Las astas de un ciervo y una cabeza de alce gigante en medio de las astas, cuelgan en la pared.
Nosferatu se sienta en un viejo sofá.
Alexis le ofrece una taza de café a Nosferatu, porque sabe que le gusta.
Alexis dice: "Hice cinco mil flexiones en la mañana".
"Bien".
“Nunca he dejado de entrenar".
"Sé que estás hecha para ser un guardaespaldas".
"A veces extraño usar un uniforme".
Alexis le entrega otra taza de café y dice: "Vamos a usarlos de nuevo, Nosferatu".
"Vamos a hacerlo".
"Sígueme".
Nosferatu sigue a Alexis hacia la oscuridad del exterior de la vivienda.
Nosferatu dice: "Huele maravilloso aquí, el viento es suave, y no se oye un sonido desagradable".
Ella sonríe y le dice al bosque: "Ven a conocer a mis amigos".
Pasa como un tiempo, corto, como de un minuto y nada.
Luego varios ciervos salen de la oscuridad y caminan hacia ella.
Ella acaricia a los ciervos y les dice: "Ustedes son mis amigos ¿verdad? Me gustas", dice a Nosferatu, "Estos son mis amigos. Había estado sola hasta que los encontré”.
"Alexis, te necesito".
"No habían solicitado mis servicios desde la Segunda Guerra Mundial", dijo ella.
"Tienes que protegerme".
Ella coloca su cara cerca de la cara de los ciervos y los ciervos le lamen la cara. A continuación, se invierte la situación, ella comienza a lamerles la cara a los ciervos.

<x>

Varios días después.
Alexis y Nosferatu se sientan en troncos al lado de una fogata.
Un auto se detiene. Es mitad de la noche.
Nosferatu le dice a Alexis: “Es Leo. Ha venido a importunarme”.
“¿Debo estar armada?”
“No”.
Leo se acerca al fuego.
Mira a los dos.
El fuego los ilumina.
Leo: “¿Puedo sentarme?”
Nosferatu señala a uno de los troncos.
Leo se sienta y dice: “No puedes seguir evadiendo tus responsabilidades, Nosferatu”.
“Te gusta todo esto, ¿no?”
“¿Como así?”
“Meter el dedo en la llaga”.
“El hecho es que no tiene que ver conmigo. Es lo que se debe hacer. Alguien tiene que ser el rey de los vampiros. Y usted no está dispuesto a hacerse cargo del puesto. Pero usted, y sólo usted, tiene el poder de transferir la responsabilidad a otra persona, por su lugar dentro de la comunidad”.
“Usted no se ha permitido la gentileza para con Alexis de mencionar lo bonito que es aquí”.
“Vengo en plan de negocios, señor”.
“¿Alguna vez se ha permitido apreciar la gracia del viento en la naturaleza, querido colega?”
“Si no hay un Dios, ¿por qué me debo permitir alguna gracia, señor?”
“Los políticos nunca lo hacen.”
“¿Los políticos nunca qué?”
“Se permiten emocionarse”.
“Yo sí lo hago”.
“Alexis siente”, dice Nosferatu.
Leo mira a Alexis y ella hace así: “Grrrrrrr”.  A Leo no le gusta el gesto.
Leo dice: “Yo no vine a hablar de la naturaleza”.
“No, estás aquí para hablar de mí. Lo que convierte todo esto en algo muy tedioso”.
“¿Por qué eres tan complicado?”
“¿Por qué eres tan simple?”
Leo suspira y dice: “¿No me estás dejando otra alternativa que ordenar tu ejecución?”
“Entonces sí tiene que ver contigo”.
“¿Crees que todo esto es una broma? Acá estamos hablando de miles de años de historia y de tradición que respaldan mi comportamiento. Miles de años y te estás riendo de ello. No eres lo que pensábamos”.
“Espera, no lo había pensado sino hasta ahora, pero creo que sí podría haber un chiste en todo esto”.
Leo se levanta y dice: “El chiste podría ser tu muerte,” y se aleja.
Leo camina de regreso a su auto y se va.
Nosferatu le dice a Alexis: “Qué idiota”.
Alexis ríe como una niña.

<xi>

Nosferatu y Alexis entran en una sala de reuniones.
Es el edificio de la Reserva Federal en Washington DC.
Se sientan en una mesa ovalada.
Alexis se entretiene con un juguete de guerra.
Esperan unos diez minutos.
Ben Bernanke, entra y se sienta en la mesa también.
Bernanke sonríe, luego, se pone serio. Mira a Alexis, quien continúa jugando con el juguete, impertérrita. Cambia la mirada.
Alexis le dice a Bernanke, “Nosferatu me llevó a ver anoche su película más reciente en torno a la guerra, era increíblemente violenta.”
Bernanke responde: “Yo también la vi, no me pareció tan violenta”.
Nosferatu dice: “Ella es Alexis, mi guardaespaldas”.
Bernanke dice, “¿Debería estar ella acá?”
“A ella le tiene sin cuidado lo que tengamos que conversar”.
A Bernanke no le convence mucho, pero igual asienta y dice: “Está bien”.
“Vayamos al grano”, dice Nosferatu.
Bernanke dice con voz preocupada, “Las cosas están mal. Parece que todo va a colapsar. Sabemos que usted ha experimentado personalmente sucesos parecidos y tal vez sabrá qué hacer”.
“Es cierto, sé qué hacer”.
“Bueno, qué hacer”.
“Usted debe someterse a la idea”.
“No, estoy hablando de alternativas: combustibles, fútbol, bienes raíces, bolsas de valores. ¿De qué estás hablando tú?”
“Ben, al principio, cuando el hombre comenzó a labrar la tierra y comenzaron la construcción de los pequeños reinados (en África y en las Américas), esas pequeñas civilizaciones carecían de dinero. Las personas inventaban objetos de importancia para la vida. Algunas personas cultivaban esto, otras personas cultivaban lo otro, algunas otras personas domesticaban este animal, otras este otro animal. Algunos se dedicaban a hacer zapatos, algunos otros hacían pantalones, etc. Había nichos en la economía. Se podía ir y negociar el cultivo que tuvieras, el animal domesticado o el textil producido en el mercado. El joven se hacía soldado y protegía a las personas de su reinado. Después de terminar de ser jóvenes, irían a las granjas o a convertirse en zapateros. Tenía sentido. Funcionó a menos que hubiera hambre o la peste, etc. Luego, en algunas zonas hubo muy buena tierra y conexión con el océano que les permitió navegar alrededor del mundo para recolectar bienes. Las poblaciones crecieron y la gente comenzó a construir objetos inútiles. Las personas que requerían estos objetos inútiles o guerras inútiles, en donde luchar, no tenían nada para cambiar en el mercado, por lo tanto, se convirtieron en consumidores. Ésta nueva clase, los consumidores, iniciaron el despejellamiento de la población activa, es decir, aquellos originarios constructores de objetos útiles. Así que, estos consumidores, como no tenían nada que ofrecer en el mercado, para continuar adquiriendo sus objetos inútiles, se inventaron el dinero, símbolo del trabajo. El dinero proviene de la construcción de objetos inútiles, creado por personas que no aportaban a la sociedad, con el propósito de suministrarlo a aquellos quienes tenían la necesidad de seguir construyendo objetos inútiles para los primeros”.
“Qué es eso a lo que usted más le teme, es eso que pueda destruir al dinero. Si colapsa la idea de ese eso, entonces, los empleos innecesarios desaparecerán. Todo el mundo, de repente, se convertirá en un ser útil y de utilidad para los demás. Si todo el mundo hiciera los objetos que son necesarios, para la sobrevivencia de los unos con los otros, cada uno haciendo lo que debe hacer, para mantener a la comunidad activa, entonces la inutilidad desaparecerá y con ella el dinero. Después de la caída de Roma, Europa no tenía dinero. Las plagas habían reducido a todos a un estado de utilidad absoluto”.
“Si la principal preocupación de la gente es el agua y los alimentos, entonces el dinero pierde su utilidad. Agua y alimentos se convierten en el dinero. El dinero lo es todo. Pero si no puedes garantizar que un gran sector de la economía dependa de hacer trabajos inútiles, el dinero no significará nada para ellos”.
Bernanke concentra la mirada en sus manos durante unos segundos. Luego levanta la mirada y dice: “Pero, ¿qué se supone que debo decirle a la gente?”
“Dígales que amen de nuevo. Dígales que se sometan al sufrimiento profundo. Dígales que las pasiones fuertes les ayudarán a dar un nuevo sentido a sus vidas”.
“No puedo decirles eso. Eso implicaría perder ligeramente el poder. El punto en esta reunión es que me digas cómo retener el poder, no cómo dejarlo perder”.
“Ben, disculpa que te lo diga, pero no eres tan poderoso como crees ser”.
“Yo soy el jefe de la Reserva Federal de los Estados Unidos de América”.
“Ben, ¿puedes ir y comprar un Ford Tempo del 92 que tenga un pobre silenciador y conducir por las calles de Washington?”
“No, por supuesto. Yo soy el jefe de la Reserva Federal”.
“Así que hay algo que su poder no le permite hacer”.
Bernanke se burla de Nosferatu.
Nosferatu dice: “El poder que cree tener se reduce a ser el jefe de la Reserva Federal. Usted ha hecho más dinero de lo que se supone debería haber hecho en otras circunstancias y en el contexto de la sociedad actual. Usted concedió crédito para construir máquinas que hacen el trabajo de veinte hombres. Sin embargo, una máquina no puede participar en la economía. El problema es que usted vive en una nave espacial”.
Bernanke dice: “Esto es inútil.”
“Tiene razón”.
Nosferatu y Alexis se levantan, le estrechan la mano a Bernanke. Nosferatu le desea suerte a Bernanke y se retiran de la sala.

<xii>

De vuelta a la ciudad sin nombre. Nosferatu y Alexis se encuentran en la cocina de la casa de Nosferatu.
Es una cocina modesta. Con un estilo de los años cincuenta.
Es una cálida noche de primavera y Nosferatu ha abierto las puertas para dejar entrar al aire fresco.
Alexis se sienta en una silla, está magnífica.
Nosferatu se acerca al equipo de sonido y aprisiona el botón de reproducir en el disco compacto y dice: “Alexis, mi linda, tienes cincuenta años metida en esa pequeña cabaña, te has perdido de mucho. Pero, de entre todas las cosas, sólo hay dos, que realmente importan. Las únicas dos cosas importantes salidas de la era tecnológica: Elvis y una limonada batida. Y te voy a dar a probar las dos… ahora”.
Mientras Elvis canta “Kentucky Rain” Nosferatu busca cuatro limones en la nevera. Alexis lo sigue con la mirada. Va a la mesa. Corta los limones. Nosferatu canta: “Rain in my shoes, can you get any sadder than that?
Alexis sigue el ritmo de la canción con la cabeza.
Nosferatu exprime los limones dentro de los vasos. Saca hielo del congelador y pone los cubos también dentro de los vasos. Luego, vierte agua del grifo. Entonces toma un puñado de azúcar y dice con la mano en alto: “¿Te gusta el azúcar, no, mi querida Alexis?”
Alexis sacude la cabeza: “Oooohhhh, yes!
“Me gusta cuando dice “tren de medianoche”. He visto los trenes en la medianoche. Me ha tocado estar sentado junto a los rieles, sin nadie más a mi alrededor, y ver pasar los trenes. Es en esos momentos en que pienso en el conductor. Y a veces, me ha hecho sentir como si fuese el conductor del tren. Ahí, sentado, sin nada más que hacer”.
Alexis frunce el ceño y dice: “yo también conozco la soledad”.
“Sé que sí, Alexis”.
Nosferatu sacude las bebidas y dice: “Pero ahora, Alexis, un poco de felicidad”.
Le entrega la limonada.
Ella lo mira con el medio limón cortado todavía flotando en el líquido, con esa mirada de asombro que tienen los niños curiosos.
“Espera Alexis, vamos al porche para sentarnos en las sillas del jardín”.
Salen.
Se sientan en las sillas del jardín.
Una enorme luna naranja brilla sobre ellos.
Alexis bebe la limonada y dice: “Me gusta, me gusta”, igual como lo dijera un niño curioso.
“Sabía que te gustaría”.
Pasan dos horas y cuatro vasos de fresca limonada batida.
Nosferatu dice, “¿Hueles?”
“Primavera”, dice Alexis.
“Sí, primavera. Siempre acertada, Alexis”.
“Me gusta la limonada”.
Nosferatu y Alexis sonríen.

<xiii>

Se convoca a otra reunión de vampiros.
Ellos están en el edificio de oficinas antes mencionado y conversan.
Leo está en el centro.
Después de esperar, más de lo establecido.
Se abre la puerta.
Todo el mundo se queda mirando en dirección a la puerta.
Pero nadie sale.
Entonces Nosferatu y Alexis entran montados en unos hermosos caballos blancos. Los cascos golpean en el suelo produciendo un eco excepcional.
Los dos visten el uniforme de los antiguos équites romanos. Usan cascos, chalecos antibalas, escudos unidos a sus brazos izquierdos, y blanden una espada corta romana en la mano derecha.
Ambos tienen semblantes burlones y parecen listos para una pelea.
Se posicionan con sus caballos en el medio de la sala para a continuación, permanecer quietos, inmóviles, como estatuas vivientes.
Nadie sabe lo que pasa.
Leo exclama: “¿Pero por qué visten de esa manera?”
“¿No era acaso esa tu intención, la guerra?”
“¡NO! ¡Era abdicar el trono!”.
“¿Es que acaso ha existido alguien quien haya abdicado sin haber luchado antes?”
“Entonces si es así, luchemos”.
La puerta se abre de nuevo, treinta soldados vampiros, vestidos con uniformes militares modernos, marchan con sus ballestas, las cuales llevan flechas de madera. Rodean a Nosferatu y a Alexis. Sus flechas apuntan, directamente a los corazones de ambos.
Nosferatu y Alexis se quedan impasibles.
Sus caras demuestran tranquilidad.
Leo dice: “Como lo puede advertir. Todos en la sala están por unanimidad en contra de usted”.
Nosferatu retira su espada que estaba en posición.
Levanta su mano derecha y chasquea con los dedos.
Todo el mundo se queda como congelado, a excepción de Leo.
Leo mira alrededor de la habitación y ve que nadie se mueve, parpadeando. Parecen estatuas. Ahora sí, no como lo estaban ellos hace un momento.
La única persona, capaz de moverse, es Alexis, la cual mostraba una leve sonrisa en su bello rostro.
Leo grita, “¿Qué has hecho? ¿Los has matado? ¡Usted está loco! “
Nosferatu dice: “Leo, te felicito, has pasado la prueba. Has demostrado que puedes identificar un problema para luego unificar a la gente y buscarle una solución”.
“¿Esto era una prueba?”
“Le di la misma prueba a Nasir y a cada líder antes de él. Algunos han pasado, otros no”.
“Usted no está loco, ¿verdad?”
“Soy Nosferatu”.
Leo le miró fijamente.
Nosferatu dice: “Voy a chasquear los dedos y voy a abdicar. Si alguna vez necesitas consejos, me encontrarás por ahí. Nunca le digas a nadie de lo que has visto y presenciado en esta sala”.
Leo, como un autómata, asiente con la cabeza. Se ve triste, pensó que alguna vez tuvo el poder. Tenía la certeza de haberlo conseguido. Adquirir el poder sabiendo que fue convenido y no conquistado le resta importancia. Pero él sabía que nunca se lo podría quitar a Nosferatu.
Nosferatu chasquea los dedos.
Todos vuelven a la vida.
Ninguno se dio cuenta de que fueron congelados.
Nosferatu dice: “Yo, Nosferatu, abdico el liderazgo en nombre de Leo. Escúchenle. Pero, si no creen que sea apto, mátenlo”.
Nosferatu y Alexis blanden sus espadas en el aire. Comienzan a alejarse en sus caballos y fuera de la habitación, Nosferatu grita: “Yo soy Nosferatu!”

FIN