12/15/2019

Sueño #26, Sueño #27 y Sueño #28: «Pendejo espectaculador»



El primero de los sueños fue con la Copa de los Presidentes (en inglés: Presidents Cup) la cual es una competición de golf masculina que enfrenta a jugadores de Estados Unidos en contra de jugadores internacionales y no europeos, en donde la mayoría es integrada por sudafricanos y australianos; como ahora la están jugando en Australia y los no europeos van ganando se me quedó grabada en el subconsciente y por eso soñaba con ella hasta que de repente estaba en el segundo de los sueños; en donde me encontraba en un auto, sentado en el puesto de detrás del piloto y en un estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Maracaibo “La Chinita” con José Alí Porras Salazar, un arquitecto de Costa Rica a quien conocí en el Doctorado de Chile. José Alí, se da la vuelta en el asiento y me dice: «espera un tantito que regreso en nada». De manera que dio marcha al motor del auto para encender el aire acondicionado. Era la hora del final de la tarde y estaba anocheciendo. En Maracaibo no se puede dejar un auto en marcha, estacionado y sin el piloto en su puesto porque es un atraco en potencia. Así que en cuanto José Alí se bajó del auto me salté hacia el puesto del piloto para estar en posición de guardia. Al rato me sentí intranquilo y moví el auto un par de metros hacia delante, para ubicarlo debajo de un poste de alumbrado público. Luego me desperté del segundo de los sueños con el corazón dándome brincos en el pecho, para meterme en el tercero, es decir, no me desperté del todo. En este tercero de los sueños, una boca carnosa y apetitosa con un labial de aceite del color terracota dice: «pendejo espectaculador». Entonces se abre la imagen y veo a la autora del epitafio y dueña de la boca carnosa y apetitosa con labial de aceite del color terracota: Mimí Lazo. La imagen se vuelve abrir, y veo ahora el cuerpo entero de Mimí. Ella tenía puesto un vestido ajustado del color del plomo y con un estilo de la línea de los vestidos de los años cincuentas. Se dio la vuelta Mimí, y caminó para alejarse con un contoneo que sólo un vestido muy ajustado de los años cincuentas puede imitar. Llevaba, cómo no, unos zapatos de tacones altos de color rojo y de material de patente y en sus piernas llevaba unas medias negras de nylon. Chao, Mimí.