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… si lo que hay que hacer es votar o bien, por Piñera, o bien, por Guillier.
Este era el pensamiento que tenía horas antes de saber los resultados de las elecciones en Chile, el pasado domingo 19 de noviembre de 2017.
En las elecciones, entre otros puestos, como el de diputados y senadores, se buscaba elegir al próximo presidente de Chile, para el período 2018 -2022.
Resulta que soy venezolano y vine a Chile, por primera vez, el 26 de abril pasado, es decir, ups… hoy se cumplen siete meses. En este poco tiempo, he podido tener la experiencia de observar a la sociedad y la cultura chilena, desde otra perspectiva diferente a la que tenía desde Venezuela.
Desde allá, sabía de Chile, muy pocas cosas, sabía, por ejemplo, de Neruda y Gabriela Mistral, el vino y las empanadas, sobre Condorito y Los Tres y Los Prisioneros, Marcelo Salas e Iván Zamorano, el chino Ríos, el Festival de Viña del Mar, Don Francisco, los arquitectos que formaron la escuela en donde estudié, me formé y me gradué como arquitecto (mis primeros empleadores arquitectos eran chilenos, además) y los presidentes, Salvador Allende y Augusto Pinochet; sobre la Universidad de Chile, casa de estudio formada por Andrés Bello, un personaje ilustre de las letras americanas, y quien resulta ser también un venezolano que anduvo por estas tierras un par de siglos antes que yo.
Pero volvamos al tema de las elecciones y del escenario actual de la política chilena, ya que, el país tiene otros tantos encantos que apenas estoy aprendiendo a asimilar y que muy bien pueden formar parte de otro texto.
Como refería, horas antes de conocer los resultados que todos deben conocer, cada vez que el entorno inmediato en el cual me rodeo, manifestaba su candidato de elección y cuando escuchaba el nombre de Beatriz Sánchez, pensaba, de la misma manera: ¿por qué votar por ella; si según la opinión general de los medios de comunicación, la pelea es entre Piñera, el empresario, anterior presidente de Chile, y Guillier, el periodista, venido a político?
Les voy a hacer un recuento de mi entorno inmediato:
- Jefe, dueño de la empresa en donde trabajo, hombre de 68 años: Piñera;
- Supervisor, hombre de 70 años: ¿? … (alguien de la Izquierda, y en contra de Piñera);
- Compañero instalador, hombre de 25 años: Beatriz Sánchez;
- Casera, mujer de 63 años: Beatriz Sánchez;
- Hijo de la casera, hombre de 26 años: Beatriz Sánchez;
Lo irónico del asunto, es que, viendo en perspectiva, no supe analizar la situación de mi entorno, sino después y mientras escuchaba a Beatriz Sánchez, en su discurso del domingo en la noche, luego de conocer los resultados de lo que sería la primera vuelta.
¿Cuáles fueron los principales aspectos a considerar, y que conocí en ese momento, en la alocución de la candidata del partido del Frente Amplio de Chile, Beatriz Sánchez?:
- Eran una alternativa de propuesta seria de cambio para el país,
- Las principales fuentes del poder, conocían de la fuerza del partido e hicieron lo imposible por mantenerla en secreto y alejada de la opinión pública.
Los números fueron los siguientes:
Sebastián Piñera, 36,66%, Votos: 2.408.831;
Alejandro Guillier 22,68%, Votos: 1.489.991;
Beatriz Sánchez 20,26%, Votos: 1.331.035;
José Antonio Kast 7,94%, Votos: 521.716;
Carolina Goic 5,88%, Votos: 386.278,
Marco Enriquez-Ominami 5,72%, Votos: 375.697;
Eduardo Artes 0,51%, Votos: 33.533;
Alejandro Navarro 0,36%, Votos: 23.876
(Fuente: Tele13).
Pues bien, continuemos con las horas previas a conocer los resultados.
Cuando el compañero instalador, manifestó su intención de voto, tenía claro la razón que la justificaba: la educación gratuita, y la candidata que él consideraba respaldaba esa razón, era Beatriz Sánchez, del Frente Amplio de Chile.
Gracias a él, escuché por primea vez los nombres de Giorgio Jackson y Gabriel Boric.
Resulta que tanto Jackson, como Boric, fueron participantes activos de las manifestaciones estudiantiles en 2011, junto con la famosa Camila Vallejo. Escribo “famosa”, porque era ella la cara de aquellas manifestaciones, al menos, en Venezuela.
Pero resulta que, en opiniones del compañero instalador, hombre de 25 años, Camila Vellejo se “corrompió” al llegar al poder, es decir, cambió su postura; mientras que, tanto Giorgio Jackson, como Gabriel Boric, obraban lo que profesaban, es decir, para repetir la opinión de mi compañero: “donan el 60% de sus sueldos como diputados a diferentes organizaciones de ayuda a la sociedad de Chile”.
Para completar la idea anterior, y corroborar lo dicho por el compañero instalador, le referí el comentario al supervisor, hombre de 70 años, quien suscribió la opinión, tanto por lo concerniente a Camila Vallejo, como de Giorgio Jackson y Gabriel Boric, haciendo la salvedad, eso sí, que éstos dos, al momento de lograr sus respectivos escaños en el poder, “se habían comportado de la misma manera como lo hacía la mayoría”, es decir, como “políticos del montón”, pero que luego de un breve tiempo, volvieron a encauzar sus comportamientos a la ideología que manifestaron antes de llegar al poder, y por las cuales se dieron a conocer en el escenario político de Chile.
¿Por qué pensaba que votar por Beatriz Sánchez no era lo que había que hacer?
Porque la opinión de los medios tradicionales de comunicación, giraba en torno a la pelea entre Piñera y Guillier.
Claro, Piñera es el hombre que necesita Chile, es decir, un empresario que “vuelva a encaminar la economía chilena hacia el pleno empleo” y vuelva a tomar en cuenta a la clase media chilena, aquella que se endeuda para consolidar su situación social (una clase media chilena olvidada por la izquierda). Pero que también, representa a la derecha tradicional, a la dictadura de Pinochet, y a los empresarios inescrupulosos que anteponen el incremento del capital a cualquier otro principio, como lo puede ser, los derechos del trabajador, o el de la preservación de los recursos naturales del planeta y las energías renovables, para nombrar sólo algunos.
Y Gullier, es, nada menos, que el representante del poder político actual en el país, la izquierda tradicional chilena, oponentes acérrimos a todo lo concerniente a la dictadura de Pinochet, a todo lo concerniente a la derecha fascista y capitalista, es decir, a Piñera. Una izquierda, como todos sabemos, piensa en una sociedad pluricultural, de beneficios sociales y que tiene en la mira un país diferente a uno controlado por empresarios y por el mercado económico mundial. Pero resulta, que ellos forman parte de una tradición, en la medida de sus oponentes, tiene sus mentes aferradas al siglo pasado.
Con esto no quiero decir que tanto Piñera como Guillier, representantes de la derecha y de la izquierda, respectivamente, tengan pensamientos retrógrados, sino que su discurso, aunque matizado, sigue siendo el discurso del siglo pasado, ¿hasta cuándo?
¿Hasta cuándo seguir usando las etiquetas de “izquierda” y “derecha”?
¿Acaso no será hora de salir del siglo XX, XIX, XVIII?
¿De tener partidos políticos, con discursos que contengan en su raíz, valores usados por la “derecha” y por la “izquierda”?
Ya no estamos en la Francia de Napoleón, en donde uno de los representantes de la cámara, según leí en alguna oportunidad, tuvo la práctica idea de indicar a sus congéneres en ubicarse en la sala según su opinión: a la derecha los que estén de acuerdo, a la izquierda los que se oponen.
Es tiempo de entrar en otros tiempos. En tiempos que no son los de “estar de acuerdo” o de “estar en contra”. Unos tiempos que se ven representados en la ideología y propuesta del Frente Amplio de Chile, y en el comportamiento y discurso político de Beatriz Sánchez, Gabriel Boric y Giorgio Jackson.
Para concluir, me permito opinar sobre la situación política del país que me ha dado la posibilidad de empezar una vida nueva, por lo siguiente:
Creo que todos debemos tener la siguiente opinión general, la sociedad actual es controlada por el dinero, ¿estamos de acuerdo en esto?
Bien, pues resulta, que este magnífico país que lleva por nombre, Chile, tiene en el billete de mayor denominación de su moneda local, el peso chileno, a una persona que no nació en sus tierras, lo que también quiere decir, un inmigrante, un extranjero.
Según Yuval Noah Harari, el dinero es un mito. Una ficción creada por los seres humanos. Antes intercambiábamos artículos. Artículos equivalentes. Luego se creó un artículo de cambio, es decir, un objeto base que pudiera servirles a todos para que, con cierta cantidad, más o menos, alcanzara el valor del objeto en cuestión.
Entonces alguien dijo: usemos algo que no valga nada, pero “convengamos” en que tenga un valor.
Así nació el dinero.
Entonces crearon papeles moneda respaldados por otros mitos, como los dioses y los reyes.
Entonces nos decíamos: si este objeto, el papel moneda, que no vale nada, pero que el rey, mi rey (o Dios: In God We Trust), lo respalda, quiere decir, que podemos creer en él.
Escribe Yuval Noah Harari: “… mientras que la religión nos pide que creamos en algo, el dinero nos pide que creamos que otras personas crean en algo.”
Y acá, en Chile, no usaron la imagen de un mito, como pudo haber sido la imagen de un Libertador, o un Dios antiguo, sino la imagen de un no nacido en estas tierras, es decir, un inmigrante, un extranjero, pero también, un filósofo, poeta, traductor, filólogo, ensayista, educador, político y un diplomático, según consta en Wikipedia.
Eso debe decir mucho de una sociedad como la de Chile, no importa el partido político que lo haya promulgado, ya que, al usar a Don Andrés Bello, el inmigrante, el extranjero, como imagen de respaldo en el billete de mayor denominación de su moneda nacional, podemos inferir que esta sociedad, fue, es y será una sociedad abierta, plural y receptiva.
Es ésta la razón que me hizo escribir estas líneas para opinar sobre la situación política actual de un país que no es el mío. Pero también, me hace ver con un optimismo fuera de lo irreal, a una fuerza política incipiente, independiente y alternativa a la tradicional, que representa el Frente Amplio en Chile, encabezados por Beatriz Sánchez y que tiene a personajes emblemáticos como lo son Giorgio Jackson y Gabriel Boric.
Ellos son el futuro, no sólo de Chile, sino de la política en general. Son el futuro de los líderes que necesita el siglo XXI, porque el pensamiento político que estamos viendo actualmente, nos puede dejar sin ver terminar el siglo en el que vivimos.
Fernando Chávez-Finol
(Venezuela, 1975)