12/10/2017

EN LA MUEBLERÍA, EN EL FÚTBOL Y EN EL VUELO DE LOS ESTORNINOS: el individuo, el movimiento y la sociedad.




Los que han leído algunas de las entradas, ensayos que he publicado por este medio, estarán al tanto de mi situación actual.

Soy un arquitecto de Venezuela, trabajando en una mueblería en Santiago, Chile.

La estoy pasando bien.

Había que salir de Venezuela y había que hacer el trabajo, el de emigrar.

De comenzar desde cero, claro está.

Pero estoy agradecido, ya que después de tres meses de angustiosa búsqueda, conseguí el trabajo que tengo.

Y estoy aprendiendo.

Aprendiendo el bonito oficio de la carpintería.

En el taller, somos dos personas trabajando, como mínimo. El maestro y su ayudante, el que escribe.

A veces, va una persona en las tardes, quien se encarga de embalar los muebles que van a provincias.

También está el dueño, quien a menudo está en el taller seleccionando algunas maderas.

Y en contadas ocasiones, los instaladores, que son dos.

Lo que viene a significar, en un reducido espacio de 3 metros de ancho y 12 de profundidad, podemos hacer vida un mínimo de 2 personas y un máximo de 6.

El espacio de circulación no supera los 1.40 mts.

Es innecesario recalcar que todos, cuando compartimos el espacio, estamos trabajando, es decir, estamos haciendo algo, por ejemplo, maniobramos una pieza de melamina o tenemos en nuestras manos, alguna herramienta de trabajo y cabe mencionar, estamos circulando de un lado para el otro, con las manos ocupadas.

Es maravilloso de ver cómo interactuamos en el reducido espacio y a veces, sosteniendo en las manos piezas de madera de hasta 3 mts. de longitud.

Rara vez nos tropezamos y nunca, nunca, pedimos permiso para pasar o anunciamos que vamos a pasar por el lugar en donde está trabajando el otro.

Esto se hace porque sabemos anticipar el movimiento del que tenemos en frente, porque todos hemos trabajado en cada una de las actividades que se hace ahí:

enchapar,

cortar,

pulir,

atornillar,

perforar,

lijar,

embalar,

mover una pieza de un lugar a otro lugar,

etc.

Debido a ello, mientras estamos caminando, analizamos y hacemos cálculos previos para anteceder lo que va a hacer la persona que tenemos en frente, para así, de esa manera, saber por dónde debemos pasar, o por dónde no.

Algo así debe suceder con los jugadores de fútbol al hacer un pase:






El jugador que hace el pase debe calcular la fuerza con que debe ir el balón, para que su compañero pueda continuar la jugada:

debe conocer las distintas características de sus diferentes compañeros,

a cuánto son capaces de correr,

y qué tan habilidosos son con sus respectivas técnicas con el manejo del balón.

Algo así debe ocurrir con el maravilloso encanto del vuelo de los estorninos:




Cada individuo rota entre distintas posiciones y los grupos tienden a estar más juntos en el centro.

Además, cada ave copia su dirección sólo de los seis o siete individuos que tiene más cerca, no importa cuán cerca están entre ellos.




Cada estornino elige su dirección de vuelo siguiendo el ejemplo de entre seis y siete vecinos.

Los dos ejemplos, los de los jugadores de fútbol y el del vuelo de los estorninos me recordaron los movimientos que hacemos en el taller de mueblería, y son, la justificación del ensayo de hoy.

Por último:

Estaré ausente por este medio en un periodo de cuatro meses, ya que, me dedicaré al próximo libro de la serie COMPROMISO DE 20 AÑOS CON LA LITERATURA, que se publicará el próximo 17 de abril de 2018, con el favor de Dios, y si nos lo permite la salud.

¡Gracias a todos!