2/16/2020

Sueño #79: obleas chinas



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No es realismo mágico, es surrealismo consciente: ¿quién piensa los números?

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Era el año 2020 y estaba con mi hija adolescente de 13 años, en el dormitorio que era de mis padres, en su departamento de Maracaibo. Yo estaba viendo la televisión y mi hija jugaba con su amiga Constanza.

Lo extraño era que estuviera viendo la televisión, una que se ubicaba en una de las esquinas del dormitorio y también, lo otro extraño era que mi hija adolescente con su amiga adolescente Constanza estuvieran jugando al juego imaginario de pensar que estuvieran en un banco y que hacían además, llamadas imaginarias.

Entonces escuché que mi hija adolescente hablaba con el teléfono imaginario y le decía a su papá imaginario cosas imaginarias. Eso, con lo poco que sabía de los hijos, era un juego que se practicaba en edades inferiores a las que tenían aquellas dos.

Así que les pregunté si querían cenar, si querían que les pidiera comida; ellas se miraron y dijeron: «¡¡¡OBLEAS CHINAS!!!», con una emoción de alegría similar a la que pudieran haber hecho de haber visto al chico elegido, ya saben, “el popular”, el introspectivo y misterioso, con el cabello lacio cubriéndole la mitad del rostro.

De manera que nos dirigimos a la cocina (del mismo departamento de mis padres en Maracaibo) y comenzaron a preparar lo que ellas denominaban “obleas chinas”.

Las referidas “obleas chinas” era una receta que se preparaba con la misma mezcla de las panquecas pero que se les añadían granos sueltos de maíz. Una vez puestas en el sartén, a fuego lento, se esperaba a que se cocinara una de las mitades y se volteaba. A continuación, se le agregaban una lonja de queso amarillo y otra de jamón ahumado (ese, con el borde oscuro).

Cuando fui a lavarme las manos en el baño de servicio, junto al lavadero, el cual está a continuación de la cocina, comenzó a sonar “Ray of light” en algún dispositivo móvil, ya saben, la canción de Madonna. Entonces Constanza exclamó: «¡esa canción es asquerosa!».

Me dio mucha risa la expresión, y de alguna manera, hizo que se me abriera el corazón, porque les dije sin pensarlo: «espera a que estés en una discoteca llena de pastillas».

Después de decirlo, me arrepentí, eso no se le dice a dos adolescentes de 13 años de edad, pero la actitud de las dos, me reconfortó un poco (imagino que vivo en otros tiempos).

Las dos se miraron con una sonrisa de complicidad y entonces dije: «pueden hacer que no les dije nada, pero también pueden hacer que pensarán en este momento cuando les llegue ese momento».

Así que continuamos con la preparación de las “obleas chinas”.

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