Los griegos definían a la poesía como “el hacer”, “el
crear”, “el fabricar”, entre otros términos, de manera que el poeta era el que
hacía, el que creaba, el que fabricaba. En más de veinte años escribiendo
poesía, me propuse el reto de tratar de definir lo que era para mí, “poesía”.
Luego de meditarlo un par de semanas (o
meses) di con una definición que me satisfacía, la cual era la siguiente: «poesía
es encontrar la forma». Esa definición me gustaba porque se relacionaba con la
definición original del término por parte de los griegos; ya que “encontrar la
forma”, según esa definición, debías “hacer”, “crear”, “fabricar”, “algo” para
que luego resultara en esa búsqueda una “forma”, pero tienes que buscar para
encontrar, en ese hallazgo es en donde me separo, o adiciono, a la definición
original de poesía por parte de los griegos.
También me gusta, porque no necesariamente una “forma” debía
ser traducido en el resultado de un “objeto”, como lo puede ser un “poema”,
aunque inicialmente me refería a ello; es decir, que para mí, “poesía” era
“encontrar la forma” en un poema. El cual ese poema u “objeto” podían ser un
soneto o un haiku. Para los que
saben, el soneto es una forma de poema que se originó en la corte del sacro
emperador romano Federico II en Palermo, Sicilia, en el siglo XIII de nuestra
era cristiana. La estructura de un soneto típico de la época, incluía dos
partes que juntas formaban una forma compacta: el “argumento”. Es decir, esa
forma compacta la conformaban catorce versos (líneas de palabras relacionadas) de
arte mayor (endecasílabos, es decir, de once sílabas). Los versos se organizaban
en cuatro estrofas: dos cuartetos (estrofas de cuatro versos) y dos tercetos
(estrofas de tres versos). El soneto, como habrán visto, tiene los componentes
esenciales y básicos de todo poema: versos, estrofas y faltaría, rima (que es
otra forma de decir “ritmo”). La rima es la repetición de un fonema (el sonido
de la voz) en la última parte de un verso, en diferentes combinaciones durante
el poema.
La razón de la composición del soneto original italiano en
dos cuartetos, más dos tercetos y el número 12 del total de los versos, tiene
su justificación filosófica en la época en la cual surgió el soneto, lo que
quiere decir que sus creadores italianos “encontraron la forma” de expresarse
según los dictados de su tiempo. Lo que no quiere significar que en los tiempos
actuales no veamos creados nuevos sonetos. Pero el soneto surgió de una
búsqueda, que es lo que les quiero hacer ver, y con ello, la relación de ello
con mi definición propia de “poesía”.
Antes de explicar el segundo ejemplo que referí, el de los haiku, me gustaría completar la
definición de “poesía” por parte de los griegos, o mejor, de cómo ellos
entendían el término (todo lo que expongo acá está en Wikipedia, excepto la
reflexión, la cual es propia): los griegos entendían que podría haber tres
tipos de poesía, la lírica o canción, cantada con acompañamiento de lira o arpa
de mano, que es el significado que luego se generalizó para la palabra “poesía”;
la dramática o teatral y la épica o narrativa. Es decir, para ellos la poesía
lírica era la que se recitaba, y la que comúnmente hacía referencia a las
emociones humanas, la poesía dramática era la que se representaba en los
teatros, y la poesía épica era la que hoy en día se conoce como “literatura”,
es decir, la novela.
Pues bien, el segundo ejemplo que referí de “encontrar la
forma” en un “poema” como objeto, fue el haiku.
El haiku es una forma muy corta de
poesía japonesa en tres oraciones (versos) que van en el orden 5 sílabas, 7
sílabas y luego termina con otra de 5 nuevamente. El origen de la forma se
remonta al Hokku, la cual es la
estrofa de apertura de un poema ortodoxo colaborativo vinculado, o renga. En la época del poeta Matsuo
Bashō (1644-1694), el hokku comenzó a
aparecer como un poema independiente. A finales del siglo XIX, Masaoka Shiki
(1867–1902) cambió el nombre del hokku para la definición que se conoce hoy en
día, haiku. La esencia del haiku es "cortar" (kiru), esto a menudo se representa
mediante la yuxtaposición de dos imágenes o ideas y un kireji ("palabra de corte") entre ellas. Aunque no me
consta, porque poco es lo que he leído al respecto, esa forma de expresar las
emociones a través de dos imágenes diferentes surge desde lo japonés, es decir,
desde la manera de ver la vida por parte de nuestros comunes de las islas
asiáticas.
Pero existe una segunda explicación a esa definición personal
de poesía, que no tiene que estar relacionada con un producto, en este caso, con
el de poema como objeto. Esa segunda acepción tiene que ver “con la forma de
hacer algo”, es decir, “con encontrar una forma de … (cualquier verbo)”.
Entonces nos referimos a “encontrar la forma de “cocinar”, de “cocer”, de
“jugar tenis”, de “conducir”, de “matar”, de “beber”, de “cuidar a un bebé (o a
un enfermo)”, de “operar a corazón abierto”, de “engañar”, de “robar”, como
distintas maneras de poesía, porque en la vida hay poesía fuera del poema.
Decimos: «ella
es poesía», cuando nos referimos a la enfermera que cuida a nuestro abuelo de
una manera en la cual ella, sólo ella, lo sabe hacer; decimos: «hay poesía en
esa cocina», cuando vemos trabajar a las mujeres en el mercado central de la
isla de Curazao; decimos: «esto es poesía» cuando señalamos a un caballito de
madera cruda; etc. etc. etc.
Poesía para sanar heridas, el método
También tengo un método para propios (iniciados) y extraños (neófitos)
en la poesía, para crear poemas escritos. Este método consiste en pensar en el
día más triste de nuestras vidas, o en el día más feliz de nuestras vidas y describir
en versos (rimados o libres) lo que estábamos haciendo / viendo en ese momento,
o el contexto en donde estábamos experimentando esa emoción. De esa manera (es
una tesis mía), lograremos construir una relación inédita en un objeto (el
poema), la cual sería la unión (antes no pensada) de nuestra vida interior, producto
de esa emoción, y nuestra vida externa, o eso que llamamos “realidad”.
¿Cómo les suena?
Estoy buscando la manera de comprobar esa tesis con personas a través
de un pequeño taller. Lo que pretendo es, no sólo acompañarlos en la
experiencia única de componer, crear, hacer, construir el vínculo emoción/realidad
en un poema, sino intentar ayudar, a través de ese ejercicio cognitivo,
fortalecer la parte emocional de nuestros cerebros y cambiar la imagen de esa
emoción primigenia por la (o las) del poema nuestro.
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nov, 2019