11/19/2015

JOHN DILLINGER Y LE CHASSEUR MAUDIT por CHARLES BUKOWSKI



es desafortunado, y tampoco tiene estilo, pero eso no importa:
las mujeres me recuerdan a pelos en el lavamanos y a intestinos
y a vejigas y a retorcijones en las mañanas; también es desafortunado que
las bolas de helado, recién nacidos, válvulas de motor, plagiostomes, palmeras,
pisadas en los pasillos … despiertan en mí la misma indiferencia que siento
por las tumbas; en ninguna parte, quizá, se hallaron refugios excepto
en saber que existieron otros hombres desesperados como:
Dillinger, Rimbaud, Villon, Babyface Nelson, Seneca, Van Gogh,
o mujeres desesperadas: luchadoras de ring, enfermeras, mesoneras, putas
poetisas … aunque
supongo que el sonido de hielos chocando en el vaso de vidrio es importante
o ratones husmeando en latas de cervezas—
dos entidades vacías buscándose encontrar la una a la otra,
o la marea nocturna atorada de embarcaciones escabrosas
que con sus luces penetran en la discreta membrana del cerebro,
luces saladas
luces salinas
luces del mar
que conmueven y dejan en ti
un amor no tan lejano de la lejana India;
conducir una gran distancia sin motivo alguno
para sentir la modorra del aire a través de la ventana
que conmueven y desgarran tu camisa como pájaros asustados,
y siempre la luz roja del semáforo, siempre roja,
como el rojo fuego de la noche, fuego vencido, derretido…
alacranes, muñones, manojos:
trabajos y esposas y vidas pasadas,
Beethoveen en su tumba muerto como una remolacha;
carretillas rojas, así es, o tal vez,
desde el infierno una carta firmada por ustedes saben quien
o dos niños de bien rompiéndose las narices en una pelea
encima de una tarima barata rodeados de humo viciado,
pero principalmente, me importa poco, estar sentado, acá,
con mis dientes corroídos,
leyendo a Herrick y a Spencer y a
Marvell y a Hopkins y a Bronte (hoy, a Emily);
y escuchando a la Midday Witch de Dvorak
realmente me importa poco, y como decía, es desafortunado:
porque he estado recibiendo cartas de un joven poeta como ustedes
(realmente joven, por su letra) en donde me relata cómo algún día
seré reconocido como
uno de los más grandes poetas del mundo. Poeta!
Contravención: hoy caminé debajo del sol por las calles
de esta ciudad: sin ver nada, sin saber nada, sin ser
nada, para regresar a mi cuarto
una mujer fea con una sonrisa fea;
ella ya estaba muerta, y por cualquier lugar cables:
cables de teléfonos, cables de electricidad, cables de caras incandescentes
atrapadas como peces en la pecera y sonrientes,
y no estaban los pájaros, los pájaros se habían ido,
los pájaros no querían las sonrisas de los cables
y entonces cerré la puerta de mi casa (al fin)
pero a través de la ventana era lo mismo:
un teléfono repicaba, alguna carcajada,
pero extrañamente
recordé todos los números de los caballos de carreras
que se iban atenuando en la pantalla totalizadora,
atenuando como lo hizo Sócrates, como Lorca lo hizo,
como Chatterton…
Prefiero pensar en nuestras muertes como si no importaran demasiado
acaso como algo que se debe dejar a un lado, como un problema,
como botar la basura en la calle de servicio,
y de igual manera decidí guardar las cartas del joven poeta,
no creí entonces ni ahora en lo que ellas decían
pero igual se puede ver
a través de las palmeras aunque estén marchitas
se puede ver
a través del sol aunque se esté escondiendo
y sea el final del día.


Traducción: @nanolaguna