11/26/2015

3 POEMAS | MAYRA OYUELA


Tranviaria

Llevo al mundo como pendientes en mis orejas,
rozo con mis pestañas a los desconocidos,
beso manos de transeúntes
(hormigueo en los labios).
Que alguien me aborde,
soy el metro que esta ciudad jamás conoció,
atrevidos en mí todos los años,
en mí el transcurrir,
en mí la palabra ventrílocua de cada estación,
en mí la espina y el diente que muerde la rosa de lo oculto.
Mis muertos no son sombras raídas en la luz.  



Que alguien me aborde,
sé cuál es el principio y el final de este cuento.
Que alguien suba y se detenga en mí,
mis ojos son túneles que dan a cualquier lugar,
mis manos paredes para reposar en lo oscuro,
mis brazos sillones para que vengan a hacer el amor.
Roto ya todo lo íntimo en mí,
he de saberte andar, mundo,
con los puños cerrados en señal de auxilio y no de defensa
cerrados para llevar en ellos el resto de aire
que no supo caber en mis pulmones.
En la imperfección esta lo bello.
No necesito ser el poeta sino el poema,
la belleza esta por encima de la lógica de cualquier poeta.
Necesito andarte despacio, camino,
no me detengo en el asombro de saber llegar mundo:
En tus barrios, tatuadas están las paredes de calcárea sumisión,
en tus barrios fue donde aprendí a defender el descenso.
Soy el metro que esta ciudad jamás conoció;
en mí las volantes con fotos de desaparecidos,
en mí túmulos de palabras que alguien no supo barrer bajo la alfombra,
en mí el transcurrir.
Que nadie venga a preguntar porque no te describo, esperanza,
yo hablo de eso otro bello, que no está en lo bello.
Abórdenme predicadores de la tarde,
zanates, pirueteros, estudiantes: no olviden el punzón
y escriban en la oquedad de mis vagones
teléfonos para citas de amor,
DJ, bartenders y todos con título de extranjerismo en su profesión,
suban carniceros del San Isidro, conserjes y putas,
albañiles vengan a devolver la sonrisa
a las princesas de los domingos.
Mujeres: describan con su carmín la caricia que no les tocó,
suban, fresitas de las High school, madres solteras, suicidas,
docentes, vengan a traficar perfumes traídos del Canal de Panamá.

Vengan a abordarme, en mí el transcurrir, todos los años,
el suspenso del que anda a tu lado, a pesar de su humanidad.

Sé quien soy,
basta una palmada en el hombro
y retorno a mis pies nauseabundos de sueños,
basta una palmada en el hombro
y retorno a mí

al anonimato,
a la flatulencia, a la humana que soy. 
¡Abórdenme!!!!!!
soy el metro que esta ciudad jamás conoció,
vengan y calcen mis pies
ya que nunca podrán calzar mis zapatos. 


Poema para nunca ser leído después de una única noche

Ya en esta ingravidez
 obligada
a atarme una y otra vez los zapatos,
sólo para desperdiciar  ese segundo de verdad
en tus ojos de almendra,
Me dirás que la lluvia no existe
que estos dos años de no ir al cine
son  un cuento, un pretexto barato
 para no hacer el amor con un desconocido.
Me dirás que llegué tarde,
¡como siempre!
tarde para la cena
tarde para la velada con tus amigos imaginarios,
tarde para redactarte la carta de amor cuando te conocí
y la que debí escribir horas después,
 la madrugada en  que te marchaste  así como abril,
ardiendo en el pecado de recordarte:
desnudo y a media luz en mis brazos.
-Debí ser menos austera-
Romperme  la blusa azul con su caída libre
para dejarte ver  mi pecho efervescente de deseo
-Debí ser la excepción –
 permitirte destruir con cada uno de tus dientes
todo el desdén de mis palabras de amor suspicaz.
Debí golpearte la frente
yo tu idea absoluta,
¡Que insensata!
Fingir con más ganas que no importaba que te fueras,
que olvidaras mis formas de desnudarme en silencio,
con miedo de planeta a medió descubrir,
y entonces comer de tu ritmo,
replicando mi sombra en tus parpados
Alzada a tu estatura
ser amada dilapidadamente
como siempre lo espere.



Hay quienes me han dicho

Hay quienes me han dicho
que le amor fallece de fiebre los domingos.

En lo personal, lo he visto fallecer los lunes, martes,
miércoles
y todos los días de estas semanas punzantes,
en las esquinas, en las bibliotecas desoladas;
pero también lo he visto quedito, tímido,
en el sueño fugaz de los adolescentes.

Procuro desenredar esa apatía
que no tiene nombre ni título, tan sólo es,
y que se pega como chicle en todos mis pasos,
y sus avenidas, vueltas y trabalenguas
me hacen descubrir la vida
y a cada encuentro es como un suicidio,
o como un abigarrado sentimiento de culpa.
Para entonces los versos
se anclan como postales en mis ojos.
El amor es muy extravagante en estos días,
mejor hablemos de déficit, impuestos, globalización;
al fin y al cabo, al amor, no le importan las despedidas.


***


Mayra Oyuela (Tegucigalpa, Honduras, 1982). Poeta, gestora cultural, miembro de Artistas en Resistencia. Ha publicado dos poemarios: Escribiéndole una casa al barco, Ediciones Il Miglior Fabbro, 2006; Puertos de arribo, Festival Internacional de Poesía de Costa Rica, 2009; En preparación su poemario inédito Homenaje a la sal. Sus textos han sido incluidos en las siguientes antologías: Recopilación poesía andante, Editorial Pez Dulce, Tegucigalpa, 2004; Selección de poesía joven centroamericana Pez Dulce, 2005; Versofónica, 20 poetas 20 frecuencias, proyecto de audio, Tegucigalpa 2006; Papel de Oficio, Colectivo Paíspoesible- Secretaría de Cultura, 2006; 2017 Nueva poesía contemporánea, Buenos Aires, Argentina, 2009; 4M3R1C4: Novísima poesía latinoamericana 2010; Cantos de Sirenas, compilación iberoamericana de poesía femenina 2010, Cascada de palabras Cartonera 2010. Ha participado en los principales festivales internacionales latinoamericanos y en el Festival internacional 2010 Poeta por km2, Arrebato editores, Casa de América,  Madrid, España. Textos suyos han sido traducidos al italiano y al catalán.