La novela El escritor no tiene quien
le corone (2017) es un ejercicio literario de apropiación. Esto no es nuevo
en el arte. Esto se ha hecho durante el transcurso de la historia tanto en el
arte como en la literatura. Nosotros, los
seres humanos, vamos aprendiendo a través del ejemplo, una forma de ejemplo es apropiarnos de algo del otro.
La idea del título viene acompañándome desde hace más de diez años, desde que
vivía en Barcelona, España. Ese título, digamos, tiene dos fuentes. La primera,
y de obvia procedencia, es derivada del título de la novela de García Márquez, El coronel no tiene quien le escriba (1962). Gabo,
como le llamaban sus amigos, es mi gran referente literario, ya que su
autobiografía, Vivir para contarla (2002), fue
la que me tiene escribiendo estas líneas y colgando libros en la red. La
segunda fuente viene de aquellos años iniciales de formación, en donde creía
que uno de esos cuentos que escribía tenían la facultad de ganar concursos
literarios por arte de magia y pensaba, en mi inocencia, que el simple hecho de
enviar un relato a concurso por mes, tendría que ser merecedor, cualquiera de ellos, de
un premio. La vida no funciona de esa manera.
Ahora bien. El año pasado estuve investigando sobre jóvenes escritores
contemporáneos (esto se lo debemos al internet). Pero antes volvamos atrás, en esos
primeros años de formación, allá en Barcelona, sólo leía a los clásicos, no
leía a ningún escritor que estuviera vivo. Porque me parecía, decía yo, que los
escritores que estuvieran vivos preferían conservar sus puestos en las altas
esferas del mundo literario que desafiar a la literatura, es decir, experimentar.
Instinto básico y animal de conservación, pensaba.
Claro está, este criterio se debía a que mi concepto de “escritor vivo” era
para los que publicaban las grandes corporaciones editoriales: ahí no hay más
nada que buscar (para los curiosos). Pero como existe internet (esto lo
pensamos los que nacimos antes de internet) comencé a buscar nuevos talentos,
aquellos escritores que no tienen nada que ver con aquellos escritores
consagrados, a quienes renegaba por su condición de estar vivos.
Entonces comencé mi búsqueda y di con el término “alt-lit”. Este término
agrupa a una serie de jóvenes escritores y poetas de Estados Unidos. Los leí.
Me gustaron. Volví a tener Fe en la literatura contemporánea. La literatura
tenía futuro, pensé. Ahí estaban todos ellos dándole forma a sus pasiones en
una manera que podía llamarse “literaria”; es decir, sabían que lo que estaban
haciendo, porque sus escritos, tenían criterio.
A través de un video en youtube de Steve Roggenbuck supe del movimiento“Flarf”. Este movimiento, trata sobre “anti-poesía”. Su propuesta era hacer
algo contrario y sin sentido de lo que tradicionalmente se conocía como “poesía”.
Una propuesta “tradicional” a su vez. Ya que si leemos en los libros de
historia del arte, las propuestas de los diferentes movimientos artísticos de
vanguardia siempre tienen como postulados “negar” al movimiento anterior.
La anécdota bandera de los “Flarf” era que uno de sus principales
promotores decidió hacer el poema con el peor criterio literario que podía
concebir. Creando las imágenes poéticas con el peor gusto que pudiera
imaginarse, con la idea expresa de enviarlo a una prestigiosa revista poética
literaria. Resulta que ese poema, con claras y
manifiestas intenciones lúdicas, fue premiado.
Con esta misma intención “Flarf” asumí el rol de apropiarme del texto de García Márquez para El escritor no tiene quien le corone. La idea de tener a un “escritor” en vez de a un “coronel” la traigo desde España, pero no tenía nada más. Con las nuevas lecturas y averiguaciones de los nuevos poetas, encontré la solución. Utilizar el recurso de la tecnología, en mi caso: “buscar” y “reemplazar por” del editor de textos de Windows, Word, para de esa manera, resolver “técnicamente” el resto de mi novela.
Así me senté a trabajar el primer día: 1) Coronel” por
“escritor"; 2)
“esposa” por
“hermana”;
3) “gallo” por “iPad”
4) “hijo” por “gata Ágatha”
5) “asma” por “nervios”
6) “muerto” por “transgénero”
7) “doctor” por “fotógrafo”
8) “Don Sabas” por “Ron Aldabas” … y así.
De haber sido estricto, habría dejado la novela como quedó, con las
modificaciones mencionadas, pero tengo un corazoncito a quien no puedo dejar de
escuchar. Quise saber qué ocurría si trabajaba la novela y cambiaba algunas
palabras (a pie, sin el recurso de la tecnología) para darle contexto a las
nuevas sentencias y a los nuevos personajes. Con este “trabajo” la novela
consiguió dos nuevos lectores, las cuales son la razón de este texto
informativo.
El primer lector debía ser el “lector
conceptual”. Este lector se iría a conformar con saber lo antes mencionado:
a) que se eligió una obra literaria de otro escritor para “apropiarla”; b) que se
hizo uso del recurso tecnológico de un editor de texto, el de “buscar” y
“reemplazar por” para trabajar la novela apropiada y convertirla en “otra”; c)
una nueva novela. Con estos pasos, el lector
conceptual asumiría la propuesta de novela del escritor venezolano Fernando
Chávez-Finol, quien además, es arquitecto teórico. No le va interesar saber más,
no le debe interesar saber más.
Los dos nuevos lectores que conseguiría al haber escuchado a mi corazón,
pobre corazón solitario, fueron: el lector
tradicional, y el lector fanático.
El lector tradicional leería la
novela, El escritor no tiene quien le
corone, como si fuese una novela con una historia convencional, ambientada
en un futuro no muy lejano, en un pueblo ubicado en las orillas del Lago de
Maracaibo, en Venezuela, cuando esta sea colgada para su descarga, en internet,
el día 17 de abril de este año 2017.
El lector fanático sería el que
espero exista. Con uno me
bastaría, porque sabría que mi corazoncito, pobre y solitario, tendría
compañía, así sea en la distancia. Ese lector
fanático tendría, sin lugar a dudas, como lo hice yo, la novela de García
Márquez a la mano. Consultaría ambas novelas en su lectura fanática. Se
preguntaría: ¿por qué el autor eligió esto? ¿por qué aquello? ¿por qué la esposa es la
hermana? ¿por qué los nervios sustituyeron al asma; por eso el doctor es un
fotógrafo? ¿por qué siempre gana el Sevilla? Y así, hasta completar la novela y la
repasaría, unas cuantas veces más, por varias
lecturas adicionales. Muchas de las preguntas tendrán una respuesta, las otras…
serán “Flarf”.
@nanolaguna, febrero, 2017